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David Sánchez de Castro
Viernes, 19 de julio 2024, 21:37
El circuito de Hungría es uno de esos trazados que no tapa las carencias de los pilotos. Sinuoso y corto, el asfalto magiar deja a la vista de todos las dificultades que todos los corredores tienen en según qué condiciones, máxime cuando además el incesante calor, que pasa también por Centroeuropa y no solo por la Península Ibérica, está dejando su huella. Dicho de otra manera: un error que en otros circuitos se quedaría en anécdota, en Hungaroring cuesta caro.
Lo más destacable del primer día de trabajo de este Gran Premio de Hungría fue la gran cantidad de pilotos que se las vieron y desearon en la rápida curva 4 del circuito. Desde Zhou con el Stake pasando por Russell con el Mercedes, muchos vieron cómo perdían el control de su monoplaza, especialmente en el caso del primero de los ejemplos, que hizo un artístico trompo de 360º que casi se lleva por delante a Sergio Pérez, sorprendentemente competitivo en estos ensayos y dentro del 'top 4'. No es lo que se le exige, pero parece que el toque de atención recibido y la reunión que han tenido estos días entre su gente y Christian Horner ha dado sus frutos, aunque aún debe confirmarlo.
El que no pudo evitar acabar contra el muro fue Charles Leclerc. El monegasco también perdió el control de su Ferrari, pero a diferencia del chino de Stake vio cómo se estampaba contra las protecciones, rebotado tras perder el control de su SF24. No se puede achacar a un problema personal, pues todos los pilotos tuvieron dificultades en esa curva 4, pero quien acabó abandonando y obligando a sus mecánicos a un trabajo extra fue el piloto de Ferrari. Mientras, su aún compañero Carlos Sainz sigue a lo suyo. Tras dominar la sesión matutina, en la vespertina fue tercero detrás de los dos grandes candidatos a la victoria, Lando Norris y Max Verstappen. Dos excompañeros de Sainz (y, en el caso de Norris, también amigo) que bien saben de las virtudes del madrileño.
Las elecciones de los equipos de Fórmula 1 no son siempre fáciles, pero está claro que ahora mismo sin tener en cuenta ningún tipo de contexto es mucho más lógico elegir a Sainz que a Leclerc. En las últimas carreras ha sido el español quien ha dado más regularidad, y llegar a Hungría solo cuatro puntos por detrás después de haberse perdido una carrera parece un claro ejemplo de en qué situación están ambos. Mientras Leclerc, con el futuro ya firmado con Ferrari, es incapaz de realizar unos libres sin problemas, Sainz acumula datos y argumentos a su favor para convencer a quien corresponda.
«Tuvimos un día positivo, lo cual siempre es importante aquí porque esta es una pista muy complicada para ajustar el coche», resumía el madrileño. «Además, debido a las altas temperaturas, era importante ver cómo reaccionaban los tres compuestos al calor extremo en el circuito, pero recogimos información útil y parece que estamos en mejor forma este fin de semana», destacó. Ahora solo tiene que confirmarlo.
Fue un día de contrastes en el box de Aston Martin. El equipo hizo que Alonso probara con las piezas nuevas por la mañana para después ajustarlas, mientras que a Stroll le dejaban las viejas antes de ponerlas a punto. Saben que su desarrollador es el español, y todas las partes lo aceptan. Cuando Alonso se bajó del coche después de unos primeros libres para olvidar, Stroll le dijo qué necesitaba para adaptarse. La respuesta que le endosó el oventense, demoledora: «suerte».
Pero los técnicos ajustaron, el calibrado se corrigió y en la segunda sesión, Alonso, que marcó el décimo tiempo de la jornada se sentía razonablemente contento. No está aún donde querría, pero tampoco está tan lejos. «En general fue un buen día. Tenemos que aprender más del coche y analizar muchas cosas esta noche, pero hasta ahora creo que ha sido un buen inicio», destacaba. En ese sentido, tendrán que afinar mucho más el entendimiento sobre los neumáticos. En unas condiciones de pista tan extremas como estas, en las que el calor hace que las gomas se derritan (en según qué casos de manera literal), la degradación va a ser el gran enemigo de todos. Si en Aston Martin saben cómo limitar ese problema, habrán ganado mucho respecto a sus rivales.
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