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Carlos Sainz habla con Lando Norris (i) tras firmar el podio en Mónaco. EP
Sainz, una bendición para Ferrari y un dolor de cabeza para Leclerc
Análisis

Sainz, una bendición para Ferrari y un dolor de cabeza para Leclerc

La rápida adaptación del madrileño a la Scuderia quedó confirmada con su primer podio, en Mónaco, en la quinta prueba que disputa vestido de rojo

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

MADRID

Lunes, 24 de mayo 2021, 19:54

Carlos Sainz tiene una capacidad de adaptación casi simbiótica a los equipos en los que milita. Le pasó en Toro Rosso, donde pronto provocó un serio debate de qué hacer con él dado que Max Verstappen le había cortado el paso. Lo mismo en ... Renault, donde se dio cuenta de los tejemanejes de Cyril Abiteboul, y luego en McLaren, donde asumió sin mayores dificultades el rol de líder en pista.

Pero Ferrari son palabras mayores. No hay un equipo así, tan caóticamente perfecto. Es como un jardín silvestre, en el que la propia naturaleza hace y deshace a su antojo, sin un orden aparente. Sobrevivir en esa escuadra es algo que no muchos logran, incluso pese a estar en el cénit de sus carreras. Fernando Alonso rozó dos mundiales vestido de rojo, y especialmente el primero lo perdió por culpa de las decisiones en el muro italiano. Sebastian Vettel se fue tras seis años de allí, quemado y herido en su orgullo.

Por eso, Sainz sabía que debía entrar con pies de plomo en la historia de la Scuderia. Como Indiana Jones en un templo en medio de la selva: de cualquier pared podía surgir un esqueleto con un mono rojo que había caído en la trampa de creerse uno más en la familia de Maranello. Poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, Sainz fue ganando pulgada a pulgada una cota de terreno en el 'statu quo' del equipo: primero una visita temprana a la fábrica, luego mudarse a la propia ciudad, luego aparecer de los primeros en la sede para echarle horas en el simulador… Detalles que levantaban muchas cejas, no de sorpresa negativa, sino de aprobación.

Gestos que a la larga han tenido su recompensa. No es fácil asumir sobre los hombros el peso de pilotar para Ferrari con la obligación de un podio como ocurrió el domingo en Mónaco. La pifia de no revisar el monoplaza de Charles Leclerc tras su golpe del sábado les costó quedar eliminados antes de la propia salida de una victoria que se acariciaba con los dedos. En una carrera sin adelantamientos más allá de la salida, era evidente que el piloto monegasco tenía en su mano acabar con la maldición que le persigue: no ha acabado ninguna cita ante sus paisanos.

Sainz se vio con posibilidad de podio… e incluso de ganar. No es casual que cuando restaban poco menos de 15 vueltas para el final abriese el canal de radio para decirle a su ingeniero de pista, Riccardo Adami (heredado de Vettel), que iba a presionar a Verstappen. Por si acaso conseguía provocar un error del neerlandés. No fue así, pero el segundo puesto le sabe a gloria. La sonrisa con la que sus mecánicos le recibieron a los pies del Automobile Club de Mónaco y la llamada de después con la familia, hicieron que se diera cuenta de lo que había logrado: su tercer podio en Fórmula 1, el primero con Ferrari.

Leclerc tiene rival

Leclerc ha vivido razonablemente cómodo la última temporada y media. La segunda parte de 2019 fue la confirmación de que era el paso natural para ser el líder de la Scuderia, toda vez que Vettel se sumía en una caótica vorágine de errores propios que llevaron a la decisión de no renovarle para 2021. El año en el purgatorio que supuso 2020 no se puede medir en términos de rendimiento del '16', ya que suficiente hizo con sumar algún podio suelto y colarse en la Q3 con relativa naturalidad cada sábado.

Ahora sí tiene un rival al lado. El trabajo de Sainz está empezando a dar sus frutos, y poco a poco está entendiendo las virtudes de un SF21 que sí puede llevarle a lo más alto. Mientras ve con una sonrisa cómo su excompañero Lando Norris se convierte en candidato al podio de manera constante, él asume con gusto la aventura de batir a Leclerc.

El hasta ahora líder de Ferrari tendrá que mirar muy de cerca la labor del español. Sainz está a solo dos puntos de él y ha gastado ya un comodín. El error de la clasificación del sábado le privó de correr el domingo y por eso, en parte, se abrazó con cariño con el segundo clasificado al final del día. Sainz había cumplido justa venganza y aunque eso no le consuela, al menos vio que Ferrari puede ganar. Lo que no tiene tan claro es que vaya a ser él y no su recién estrenado vecino de box.

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