DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO
Madrid
Viernes, 29 de mayo 2020, 13:21
Cuando los equipos de Fórmula 1 han comenzado a trabajar históricamente en el desarrollo de la próxima normativa, siempre han planeado la misma idea: cómo recortar gastos. Es, posiblemente, una de las disciplinas más caras de mantener, no tanto por la competición en sí (prueba ... de ello es la ingente riqueza que obtuvo Bernie Ecclestone en más de 40 años), sino por los equipos. Formar una estructura para competir requiere un músculo financiero que no muchos pueden soportar.
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La pandemia del coronavirus que ha obligado a paralizar todo, incluido el deporte, ha supuesto un duro mazazo en las cuentas de las escuderías. Las diez presentes en el Mundial han tenido sustanciosas pérdidas, bien por ser equipos basados en fabricantes de coches (Renault, Mercedes, Ferrari, McLaren), bien por ser privados. Ni siquiera Red Bull, el todopoderoso imperio de las bebidas reconvertido en organizador de eventos deportivos, se ha salvado de notar un serio pellizco en sus arcas.
El histórico equipo Williams está al borde del abismo. Tras esquivar durante los últimos años la bancarrota, Claire Williams, hija del histórico fundador Frank, se ha visto obligada a tomar la decisión más dolorosa de su vida: poner en venta la escudería. Después de varios años siendo el farolillo rojo, lo que ha afectado consecuentemente en sus ingresos, han ido tomando decisiones empresariales a cada cual más desacertada, lo que unido al misil de flotación en forma de pandemia que ha frenado la competición, les ha puesto en un brete. RoKit, la empresa telefónica que les había acompañado como patrocinador principal desde el año pasado, se ha bajado del barco inmediatamente y cuando se reanude la competición ya no se verán sus pegatinas en el coche.
Con McLaren recortando 1.200 empleos (de los que hasta un 10% podrían ser del equipo de F1), Mercedes envuelta en una constante nube de rumores sobre una venta (el gigante Ineos ya tiene una parte del accionariado) y el resto de equipos conteniendo la respiración, Renault ha garantizado su continuidad en la competición. Y lo ha hizo este viernes en una rueda de prensa en la que anunció un plan de reestructuración que afectará fundamentalmente a sus fábricas en Francia, manteniendo así las de España. El efecto dominó de Nissan en un socio primordial se ha frenado, de momento.
Clotilde Delbos, CEO interina del grupo Renault hasta el 1 de julio cuando tome el cargo Luca de Meo, fue contundente. «Tenemos la intención de seguir en la Fórmula 1», dijo de manera clara, argumentando que el límite presupuestario impuesto para las próximas temporadas les permite mantener el dispendio económico en esta situación. «Invertimos menos que algunos de nuestros competidores que están gastando mucho dinero», añadió. La continuidad de Renault es la mejor noticia posible para Fernando Alonso, que sigue siendo el gran candidato a ocupar el asiento libre que dejó Daniel Ricciardo cuando se fue a McLaren en sustitución de Carlos Sainz.
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En 2021, los equipos de Fórmula 1 solo podrán gastar 145 millones de euros, una cantidad que se limitará progresivamente hasta los 135 de 2023. La entrada del ansiado techo de gasto en el 'gran circo' es la respuesta a una pregunta que ni siquiera se había producido: cómo sobrevivir tras la pandemia. Algo que, a día de hoy, nadie se atreve a responder de manera taxativa.
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