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Fernando Alonso. EP
Las quejas de Alonso ponen a la FIA en una posición incómoda
Análisis

Las quejas de Alonso ponen a la FIA en una posición incómoda

El español fue el último, pero no el único, piloto que alzó la voz por el comportamiento de los comisarios de carrera y, en concreto, del director Michael Masi

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

MADRID

Lunes, 5 de julio 2021, 13:54

Un juez es la persona encargada de impartir ecuanimidad y resolver conflictos entre dos o más partes ateniendo a unos valores de imparcialidad, igualdad y un espíritu crítico para saber discernir todos los argumentos. Si se aterriza en el deporte, este juez se convierte en ... el árbitro, que normalmente suele ser mejor cuanta menor es su relevancia.

En el mundo de la Fórmula 1, la figura de los árbitros la asumen los comisarios. Son aquellos que deben discernir si todos los competidores cumplen las normas técnicas, si no ponen en peligro a otros pilotos y a sí mismos y si se mantienen dentro del marco normativo que establece la reglamentación de la competición bajo el paraguas de la FIA. Hasta aquí, todo correcto. El problema es que no existe un criterio común ni una interpretación que se ajuste en cada carrera a lo que realmente debería.

Fernando Alonso fue muy elocuente al hacer una comparativa futbolera después de lo que sufrió en el Gran Premio de Austria: «Es como si un futbolista coge un balón en su área con la mano, la lleva al centro del campo para empezar a jugar ahí y el árbitro lo da como legal. En el próximo partido lo haremos todos». La Fórmula 1, como cualquier otra competición, suele llevar al límite la interpretación de la normativa. Si una falta se puede fingir de manera que cuele como real, se finge. Y si un piloto se puede saltar una curva para ganar ventaja, se la salta.

Por eso es imprescindible que al frente del órgano de los jueces esté alguien apto para ello. Durante muchos años, esta figura la encarnó Charlie Whiting, el antiguo director de carrera fallecido a las puertas de la temporda 2019. Desde entonces, ha sido sustituido por Michael Masi, cuya actitud y aptitud está en entredicho carrera a carrera. Tanto pilotos como jefes de equipo, aficionados y periodistas le han señalado por sus decisiones, algo que no es muy comprensible: al menos Whiting argumentaba sus castigos de manera más o menos constante.

Por no ir más atrás, Masi ha sido señalado en el Gran Premio de Austria en al menos cuatro acciones. El sábado fue señalado por su decisión de castigar a Sebastian Vettel, que estorbó a Fernando Alonso, pero no a los que como el alemán habían retrasado su ritmo en las curvas 8, 9 y 10, precisamente un punto donde estaba establecido mediante «directiva» (una suerte de norma sacada de la manga, a lo decreto ley) que se castigaría a quien aflojase su ritmo innecesariamente. A Vettel le metieron tres posiciones, pero la víctima, Fernando Alonso, no vio desagraviada la acción y tuvo que partir el decimocuarto. Entre los que habían retrasado su ritmo en ese punto justo delante del tetracampeón estaba Valtteri Bottas, segundo el domingo. Elevándolo al esperpento, se puede asegurar que la competición ya ha quedado adulterada de facto.

Masi también salió en la foto el domingo y no para bien. Lando Norris fue castigado con 5 segundos por echar de pista a Sergio Pérez, lo que le costó poder luchar por la segunda posición, y el propio piloto mexicano con otros 10 por hacer lo mismo sobre Charles Leclerc en dos ocasiones. En este caso, Masi y los comisarios fueron consistentes porque les metieron el mismo castigo a los dos… pero por esto mismo en 2019 no hubo ningún tipo de aviso al propio Leclerc, que echó de pista a Max Verstappen y le privó de la victoria. La hemeroteca, que atormenta como el fantasma de las navidades pasadas o como la factura de la luz.

Norris se lamentó después de carrera de esa sanción porque, según dijo, les habían explicado que en la primera vuelta no iban a sancionar ese tipo de acciones. ¿Cómo? ¿Acaso la primera vuelta no es una como las demás a efectos prácticos? Siendo así, es normal que Charles Leclerc (que este fin de semana ha estado en todas) y Daniel Ricciardo se saltaran la primera curva, como denunció Alonso. A sabiendas de que no iban a ser sancionados, se fueron largo nada más empezar la prueba y se libraron de pelear con otros coches. Si Esteban Ocon hubiera pensado lo mismo, posiblemente no habría acabado encajonado entre un Alfa Romeo y un Haas que le rompieron el monoplaza.

La guinda

La guinda de los despropósitos de la FIA este fin de semana tardó en ponerse cuatro horas. Si ya desesperan los segundos que pasan revisando una acción en el VAR, es surrealista tardar media tarde en decidir si 8 de los 19 pilotos que acabaron la carrera se habían saltado la doble bandera amarilla por el accidente final entre Vettel y Räikkönen. La norma es clara: en caso de accidente serio, doble bandera amarilla a pista y todos los pilotos deben levantar para ir más lentos. Ocho de ellos no lo hicieron, pero la FIA solo sancionó a dos: Nikita Mazepin y Nicholas Latifi. Curiosamente, los dos únicos entre los investigados que no habían puntuado. Los demás (Sainz entre ellos) mantuvieron su resultado intacto y, de nuevo, la competición se adultera.

Alonso se atrevió a decir lo que muchos pilotos opinan: Michael Masi no está a la altura. Es, como dijo el asturiano con una ironía de las que hacen daño, un árbitro con el que no se puede hablar, ni conversar ni convencer. Quizá haría bien en escuchar y no solo hablar, un defecto cada vez más común a los togados, sea con un silbato en la boca en un campo de fútbol, con mil y un televisiones en un circuito o con una túnica en una sala de Justicia.

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