david sánchez de castro
Madrid
Domingo, 30 de agosto 2020, 00:24
Dictadura, paseo triunfal, reinado… Cualquier sinónimo parecido sirve para describir lo que está haciendo Lewis Hamilton en esta temporada 2020. La pandemia parecía que iba a poner más dificultades a los equipos de arriba o, al menos, al gran favorito, pero lejos de eso está ... en un estado de forma impecable. Escuchar el himno británico antes del alemán se ha hecho ya costumbre, casi tanto como las paellas, en cada domingo de este año.
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Cinco de siete victorias para él, seis para su equipo y nada que hacer para acabar con ellos. Max Verstappen es el invitado de lujo (seis podios seguidos lleva y le saben a muy poco) en la fiesta de los Mercedes, que se empeñan en dar argumentos a los que dicen que la Fórmula 1 es un certamen aburrido y sin emoción.
La carrera del GP de Bélgica ya tuvo un abandono antes de tomar la salida, y fue el de Carlos Sainz. El madrileño vio cómo su McLaren le dejaba sin salir en un circuito en el que podía haber conseguido un buen botín de puntos. En la vuelta de formación, detectó que algo se había roto y desde boxes le confirmaron que había una avería en el sistema de escapes.
El problema es que esta avería no solo puede hacerle perderse la carrera de Bélgica, sino las siguientes. Los mecánicos e ingenieros tendrán que estudiar esa unidad de potencia, ya que fue un cilindro el que provocó la rotura. Si no pueden arreglarlo, Sainz tendrá que estrenar motor para las citas de Monza, lo que llevaría consigo penalización. La maldición del español con Spa continúa un año más: solo ha puntuado en 2010, y no ha llegado a comenzar la carrera en tres ediciones, dos de ellas consecutivas. Su enfado era tremendo, ya que es el tercer 'cero' por cuestiones ajenas a su puro rendimiento, que además en este caso, ni siquiera pudo amagar con enseñar.
La historia del GP de Bélgica de 2020 no será la de otros años. Ni el circuito que más esperan todos los pilotos del año es capaz de dar emoción a un campeonato que sigue subyugado bajo la bota de los hombres de negro. En la salida hubo conato de movimiento, cuando Daniel Ricciardo se asomó a la rueda de Verstappen, pero poco más. Valtteri Bottas cubrió las espaldas de Hamilton, toda vez que fue una decisión ajena a él, ya que su ritmo no fue, ni mucho menos, el deseado. O quizá sí, porque del finlandés no se espera mucho más.
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El momento más tenso de la carrera fue a las diez vueltas. Antonio Giovinazzi se estrelló en la salida de la curva 13, y una de sus ruedas salió volando hasta impactar sobre el Williams de George Russell. El británico salió indemne gracias a que le protegió el halo, pero no pudo evitar el choque contra las protecciones del otro lado de la pista. Ambos pilotos pudieron irse por su propio pie, pero el incidente dejó los pelos de punta.
El consecuente coche de seguridad que reagrupó al pelotón hizo que casi todos se fueran a boxes a montar neumáticos duros con los que llegar al final de la carrera. Consecuentemente, cuando afrontaron las últimas vueltas, muchos se empezaron a quejar de vibraciones. El fantasma de lo ocurrido en Silverstone, con reventones entre los primeros clasificados y fuerte polémica por el excesivo desgaste de las Pirelli, empezó a recorrer la mente de muchos en los muros.
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Hasta Bottas llegó a quejarse de que, debido a la vibración, se le había dormido el pie izquierdo, el que se usa para el freno. Hamilton bajó ligeramente el ritmo, como el propio Bottas, pero no hubo cambios. Ni siquiera el arreón final de Ricciardo a por Verstappen puso algo de picante a la carrera, que por suerte para todos acabó en su hora prevista y sin mayores consecuencias.
Muy por detrás finalizaron los hombres de Ferrari. De ser grandes dominadores en 2019 a acabar 13º Vettel y 14º Leclerc, y pueden dar gracias, porque rozaron el doble abandono. El monegasco se pasó de optimista al intentar adelantar al alemán y, aunque llegaron a tocarse, ambos pudieron continuar en carrera. Menos mal para ellos que el próximo fin de semana no habrá público en el GP de Italia.
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La frustración con la que Carlos Sainz vivió el GP de Bélgica fue notable. El madrileño no pudo salir por una avería en el motor de su McLaren cuando estaba dando la vuelta de formación de parrilla y ni siquiera pudo tomar parte de la salida. «Empecé a oler algo en el coche; olía fatal, he mirado por el retrovisor y el escape echaba mucho humo. Empecé a escuchar que el escape se había roto. Me fui al 'pitlane' y nos dimos cuenta de que en realidad había sido un problema en la unidad de potencia que había generado una explosión en el escape. Es el segundo año consecutivo que ni siquiera puedo empezar la carrera en Spa, mi circuito favorito. Os podéis imaginar lo frustrado o poco contento que estoy», relataba.
Ni siquiera aceptó las limitaciones de comunicación que le imponen. «Fue por un cilindro, aunque no me dejan decir que fue un cilindro, sino el motor», dijo. «Este motor iba muy bien. De hecho es la segunda carrera del motor, y ya parece que no va a durar mucho... Lo malo es que no es el primer problema de la temporada. Llevamos una temporada que no nos está dejando puntuar ni mostrar nuestro ritmo. Por lo menos ayer (por el sábado) me desquité con una buena 'quali'. Hoy (por este domingo), nada que hacer», lamentó.
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