Hamilton y Verstappen reanudan su duelo en el mejor escenario posible

Visto cómo acabó la primera parte de la temporada, es normal que todas las miradas estén puestas en Lewis Hamilton y Max Verstappen. El verano ha servido para enfriar las hostilidades entre Mercedes y Red Bull o, al menos, meterlas en el congelador hasta que vuelvan a encontrarse en pista este fin de semana. Con sólo 8 puntos de diferencia entre ambos y el heptacampeón por delante, el neerlandés contará con el apoyo de muchísimos aficionados a su favor no sólo aquí, sino también la próxima semana: Bélgica es su país natal (su madre es de Hasselt, al noreste del país) aunque él se siente totalmente de los Países Bajos, cuyo GP se celebrará a continuación en el mítico circuito de Zandvoort.

Hamilton es consciente de que su aspiración para el octavo título pasa en buena medida por lo que ocurra en este triplete con el que arranca la recta final del Mundial. Bélgica, Países Bajos e Italia marcarán en buena medida las opciones de ambos corredores, y el objetivo no puede ser otro que no sea ganar. Por primera vez en años, el heptacampeón se ha encontrado a un rival fuera de su equipo que sí puede ganarle y que, de hecho, es el favorito por la mínima. A excepción de Vettel y Leclerc, que se autoboicotearon en 2019 cuando perseguían al británico, nunca desde que arrancó el reinado híbrido de Mercedes había tenido que sudar tanto en cada carrera.

Para alegría de los aficionados, se espera un fin de semana apasionante no solo en la cabeza de carrera, sino también por detrás, con refriegas en prácticamente todas las zonas de la parrilla. Empezando en la zona del podio, porque Valtteri Bottas, en el alambre de cara al 2022 y con George Russell como una más que seria amenaza para su asiento, necesita dar un golpe en la mesa. Señalado de manera unánime por su pobre rendimiento comparado con el de su compañero Hamilton, este jueves fue protagonista junto al piloto de Williams, en una morbosa rueda de prensa en la que ambos dejaron para más adelante las noticias sobre su futuro. Ahora mismo, ni uno ni otro saben qué mono van a vestir la próxima temporada. O no lo pueden decir.

Después de un GP de Hungría caótico en el que uno acabó tercero y el otro cuarto, Carlos Sainz y Fernando Alonso aspiran a algo importante en Bélgica. Conscientes de que una carrera con lío les beneficia, saben que pocos circuitos son más propicios que el de Spa-Francorchamps para demostrar que las manos y la suerte a veces se alían para llegar al éxito.

El de Ferrari afronta esta recta final consciente de que está poniendo en un aprieto a Charles Leclerc. Dos podios del madrileño por uno del monegasco antes del parón veraniego han confirmado lo que ya muchos habían advertido en Maranello: no han fichado a un segundo espada. 83 puntos para el español por 80 de su compañero en una de las parejas más igualadas de la parrilla. Sainz, además, tiene entre ceja y ceja lograr un buen resultado en uno de sus circuitos malditos. En 2020 ni siquiera tomó la salida por una avería en la vuelta de formación, y sólo ha logrado puntuar una vez aquí, en 2017, cuando finalizó décimo.

Por su parte, el recién renovado Fernando Alonso está en un momento dulce. Después de seis carreras consecutivas en los puntos y con la alegría de la victoria del equipo en Hungría, Spa se convierte en un escenario perfecto para confirmar que los argumentos que le han valido para firmar su continuidad hasta 2022 se pueden trasladar a la pista.