Sainz se abona a la épica para lograr su quinto podio en Fórmula 1

El juego estratégico entró en juego en la parte alta, mientras por atrás el 'bicho' Max Verstappen se quitaba rivales uno tras otro. Valtteri Bottas, sacrificado por Mercedes para intentar frenarle, no supuso para el neerlandés más que un mosquito en el parabrisas de un coche en autopista. Otro asunto fue Fernando Alonso, al que llegó el de Red Bull en condiciones de batirle, pero que se quedó sin fuelle. Parecía que el sexto puesto en el que iba el español y el séptimo del hasta ese momento líder del campeonato iba a ser su techo, pero aún quedaba mucho por escribirse.

Y es que por delante Lewis Hamilton sabía que no iba a tener una oportunidad como esta. La labor del británico fue acosar a su compatriota Norris, que iba tan nervioso que pidió varias veces a su ingeniero, el español José Manuel López, que no le hablase por radio. Esa falta de comunicación quizá le pesó luego. Antes de la llegada del invitado estelar a esta carrera, fue la gestión de los neumáticos la que parecía que iba a resolver la resolución de la prueba. Resistir en pista se volvió prioritario, pero de repente hubo un aviso por radio: «Empieza a llover». Lo que comenzó siendo unas gotas sueltas en la curva 10 y en la 5 se convirtió en un chaparrón que movió todo.

La parrilla entera se volvió loca. En Mercedes y en Red Bull se dieron cuenta de que no podían estirar demasiado a riesgo de accidente: Hamilton podía perder una oportunidad de oro y Verstappen tirar por tierra una remontada memorable desde el último puesto. Ordenaron a sus pilotos entrar en boxes inmediatamente y, aunque el heptacampeón no las tenía todas consigo, aceptaron.

No así en McLaren. Las ansias de Norris de conseguir su primera victoria en Fórmula 1 le nublaron la vista y cuando le preguntaron si veía que la pista estaba para intermedios, él dijo que no. Craso error. Tardó apenas dos curvas más en irse largo y acabar en la escapatoria, antes de irse a boxes a duras penas (fue investigado por cruzar de manera ilegal la línea de entrada) para poner, esta vez obligado, las ruedas de agua. Su enfado después de la carrera era tanto para él como para el equipo.

En este caos, casi pesca Fernando Alonso. El asturiano y Sergio Pérez se jugaron el tercer puesto, que por momentos tuvo el de Alpine. La afición española contenía el aliento mientras el realizador de la emisión televisiva estaba atento a otras peleas, que eran muchas y muy variadas. Esta se resolvió a la voz de «box, box». A diferencia de Norris, Alonso y Pérez sí fueron conscientes de que no merecía la pena jugársela por un tercer puesto cuando, si eran inteligentes, podían salir ganando. Entre un improbable tercero y un sexto asegurado, Alonso eligió lo segundo. Norris, en cambio, acabó séptimo.

Es lo que le ocurrió a Carlos Sainz. El madrileño estaba notablemente decepcionado después de verse durante diez vueltas líder al principio de carrera, segundo durante otras tantas y al final fuera del podio. Los incidentes de arriba le beneficiaron, especialmente el error de Norris, con lo que Sainz pudo llegar a la meta en tercera posición. Menos el de McLaren, todos salieron beneficiados. Hamilton llegó a la friolera de 100 victorias en Fórmula 1 (por medir, casi el doble de Alain Prost, con 51) y se puso líder del Mundial sobre Verstappen, que con el segundo puesto culminó una épica remontada desde el último puesto al podio. Y Sainz, con el tercero, salvó más que de sobra el resultado para Ferrari.

La lluvia se convirtió una vez más en la salsa necesaria para hacer más sabrosa la Fórmula 1. En dos semanas se celebrará el GP de Turquía, una pista que ya dejó una carrera para el recuerdo en su vuelta en 2020. Según están las cosas en la actual parrilla, que nadie dude de que puede ser un fin de semana de infarto.