Revolcón de Verstappen al Mundial

Desde los primeros metros se vio que iba a ser una carrera que no iba a dejar indiferente a nadie. Y no porque Carlos Sainz protagonizase una (otra) mala arrancada, sino porque uno de los que iban a ser protagonistas de la prueba se vio a punto de abandonar. Lewis Hamilton se la jugaba con neumáticos medios a una estrategia distinta, cuando Kevin Magnussen volvió a ser el de los viejos tiempos: le dio un golpe en la curva 3, le hizo pinchar y dio al traste con sus opciones. Hamilton pidió retirarse para conservar el motor, pero en el equipo decidieron seguir… y el heptacampeón del mundo protagonizó una gran remontada que no fue mayor por un sobrecalentamiento en la última vuelta.

Hamilton acabó quinto justo detrás de Carlos Sainz, que acabó mejor de lo que empezó. Al mal inicio se unió luego una salida de pista en la curva 4 por un golpe de viento que le mandó atrás cuando luchaba por meterse de nuevo en la zona del podio, algo que también le pasó a Max Verstappen después. Sin embargo, mientras el neerlandés se vio beneficiado por una estrategia de Red Bull que jugó a su favor, al de Ferrari le costó mucho más remontar. No se puede decir que fuera una mala carrera para él, ya que finalizó cuarto, pero tampoco fue buena del todo.

Y al menos Ferrari logró meter uno de sus dos coches en el 'top 5', porque el otro abandonó. Charles Leclerc vio cómo el turbo de su Ferrari F1-75 dejaba de funcionar cuando iba líder destacado y cómodo, algo que eventualmente le podía pasar pero que hasta ahora no había padecido. El gran beneficiado fue Verstappen, pero también Sergio Pérez, que tuvo que claudicar a la disciplina de equipo, y George Russell, que sigue exprimiendo al máximo su Mercedes. Un W13 cuyas evoluciones en Montmeló han funcionado muy bien y que, salvo sorpresa, confirma que han dado un paso adelante. Lo que le faltaba a este campeonato es que en la pelea por victorias y podios se uniesen las flechas plateadas a Red Bull y a Ferrari.

Cinco carreras después, Fernando Alonso sumó puntos. Esta vez no hubo que lamentar sanciones ni penalizaciones -en ese sentido, la carrera de España fue mucho más tranquila que la de Miami_ que le sacaran de la zona noble, aunque fue un domingo complicado para el ídolo local. Ante miles de fans que le vitoreaban a cada paso por curva, Alonso remontó desde la última posición hasta la novena en meta. La pésima clasificación que le iba a hacer salir 17º propició que en Alpine decidiesen estrenar un nuevo motor, el cuarto, y por tanto penalizar.

A efectos prácticos daba un poco igual salir 17º que 20º, y la idea salió a la perfección. Con buen pulso, una estrategia óptima y una gran gestión tanto de los adelantamientos como del desgaste de los neumáticos, Alonso completó una carrera en la que incluso podía haber acabado un poco más arriba. Un nuevo fallo en boxes por una tuerca que no entraba bien (algo que ya le pasó en Miami) le dejó una sensación incómoda, pero posiblemente no hubiera cambiado mucho en esa lucha final con Lando Norris.

El asturiano volvió a los puntos, y ya son cuatro los que lleva en su casillero. No es ni mucho menos lo que esperaba, pero sirve para quitarse la presión de encima a una semana del siempre imprevisible GP de Mónaco. Las calles del Principado pueden ser juez y verdugo de muchos pilotos, empezando por Leclerc, que quiere tomarse revancha en su casa -literalalmente, ya que el circuito pasa por delante de su domicilio-, no solo por lo ocurrido en Montmeló, sino por todas sus visitas a Mónaco. El piloto de Ferrari no ha acabado ninguna carrera de las disputadas en su país, y hace unos días incluso estrelló un coche de exhibición. ¿Qué mejor lugar para cerrar las dudas que el GP nacional, como hizo Alonso?