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Ahora sí va en serio. Justo un año después de anunciar su retirada y recular días después para disputar otra campaña más -una decisión que, por cierto, le costó su matrimonio con la modelo brasileña Gisele Bündchen-, Tom Brady confirmó este miércoles que abandona los ... campos de fútbol americano de una vez por todas. «Iré al grano de inmediato. Me retiro para siempre. Sé que el proceso fue un gran problema la última vez, así que cuando me desperté esta mañana, pensé en presionar grabar y avisarles primero», señaló en un vídeo publicado en sus redes sociales el mejor quarterback de todos los tiempos. «Muchas gracias a cada uno de vosotros por apoyarme. Mi familia, mis amigos, mis compañeros de equipo, mis rivales, podría seguir para siempre, hay demasiados. Gracias chicos por permitirme vivir mi sueño absoluto. No cambiaría nada. Les amo a todos», apostilló.
El 17 de enero de 2023 quedará marcado para siempre en los anales del deporte. Aquel día los Tampa Bay Buccaneers caían derrotados a manos de los Dallas Cowboys en la ronda de Wild Card de la NFL. Brady, sometido por la franquicia texana a raíz de una formidable actuación de Dak Prescott y su pandilla, disputaba el último partido dentro de una trayectoria sin parangón en uno de los cuatro deportes de equipo que enardecen a los norteamericanos. Inmediatamente después de que se cumpliese el tiempo de juego, todas las cámaras apuntaban al '12' de los Bucs, al tiempo que comenzaban las elucubraciones sobre si sería su adiós definitivo.
Brady, que rubricó hace tiempo un suculento contrato con Fox Sports para convertirse en analista televisivo que le reportará unas ganancias de 375 millones de dólares a repartir en diez años, finalizaba el acuerdo por tres cursos que había firmado en su día con los Buccaneers y debía deshojar la margarita, con tres opciones sobre la mesa: continuar en Florida, fichar por otra franquicia o dejarlo para siempre. Acabó escogiendo esta última alternativa y no volverá a armar el brazo que causó el pavor de las defensas rivales durante más de dos decenios.
El californiano, siete veces ganador de la Super Bowl, se despide de la NFL tras 23 campañas en la élite que cambiaron la historia de la competición. Lo deja con siete anillos en su palmarés, uno más de los que atesoran las dos franquicias más laureadas: los Pittsburgh Steelers y los New England Patriots. Este último equipo formaba parte del montón cuando escogió, con el número 199 del 'draft' del año 2000, a un desgarbado joven formado en la Universidad de Michigan al que los expertos veían con una pobre complexión atlética, poca movilidad para responder a la presión de las defensas rivales y un brazo débil. El resto es conocido.
Brady, que creció soñando con emular las gestas de su idolatrado Joe Montana, legendario quarterback de los San Francisco 49ers, pasó su primera campaña en el banquillo, pero en la temporada siguiente una lesión de Drew Bledsoe le dio las llaves de la titularidad y a partir de ese momento se convirtió en el líder indiscutido de los Patriots, a los que dirigió a la victoria en seis Super Bowls: 2002, 2004, 2005, 2015, 2017 y 2019.
Su liderazgo sobre el campo maridó a la perfección con la guía desde la banda de Bill Belichick, el entrenador principal al que Robert Kraft, dueño de los Patriots, encomendó en el año 2000 la misión de situar a la franquicia de Massachusetts entre la aristocracia. Pero esa fructífera relación se rompió al término de la campaña 2019-20, cuando los Patriots abordaron una reconstrucción fallida.
Los Buccaneers, que solo habían conquistado una Super Bowl, en 2002, creyeron que al californiano le quedaba cuerda suficiente y aprovecharon la oportunidad para forjar un equipo a su altura. Brady se puso en manos de Bruce Arians, entrenador jefe de los de Florida, y sacó de su retiro al tight end Rob Gronkowski, su compañero de fechorías en los Patriots. Con ambos como socios principales, se elevó a la estratosfera del deporte al abrochar su séptima Super Bowl en 2021. Pero las cosas no les fueron tan bien a los Bucs en las dos últimas campañas, cayendo en la Ronda Divisional y en la Ronda de Wild Card, respectivamente.
Atrás quedan un puñado de plusmarcas que le confirman como el más grande: es el quarterback con más yardas de pase en la historia (102.614), el único que ha ganado la Super Bowl en tres décadas distintas, el más veterano en hacerlo -su título con los Buccaneers lo abrochó con 43 años, 6 meses y 5 días-, así como el que más pases de anotación ha entregado (737). Se marcha con 383 partidos (48 de ellos en playoff) en su haber, 286 de ellos saldados con victoria. Registró diez apariciones en la Super Bowl, catorce presencias en las finales de conferencia (ocho de ellas consecutivas), fue designado tres como MVP de la NFL y cinco de la Super Bowl (récord), fue elegido 15 veces para la Pro Bowl y tres veces All Pro... Simplemente, 'The GOAT' (Greatest Of All Time).
«Puede que Brady no haya proporcionado las carreras veloces de Lamar Jackson o las increíbles jugadas de Patrick Mahomes, pero su grandeza bajo presión, en el crisol de los momentos más importantes, no tuvo comparación. Incluso en sus últimas temporadas, Brady fue un maestro en sacar a su equipo del abismo una y otra vez. Ese talento podría no volver a ser igualado nunca más», ensalzó la NFL.
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