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miguel olmeda
Jueves, 1 de marzo 2018, 07:14
Un año sin Mundial al aire libre ni Juegos Olímpicos es un año descafeinado para el atletismo a nivel global. Y no es una opinión, basta con mirar las listas del Campeonato del Mundo de pista cubierta que comienza este jueves en Birmingham para darse ... cuenta de esto. Los grandes atletas, en su mayoría, no le dan a la competición el peso que su categoría le otorga: unos lo utilizan para preparar la temporada de verano, otros directamente ni van y sólo unas pocas figuras lo marcan en rojo en su calendario de objetivos.
Una de ellas es Maria Lasitskene, que invicta desde junio de 2016 buscará sumar su cuarto entorchado mundial, el segundo bajo techo. Un palmarés casi inigualable con sólo 25 años al que buscará poner la guinda en Birmingham con el récord del mundo, una hazaña del siglo pasado en el salto de altura. Otra de las grandes estrellas del campeonato es el supersónico Christian Coleman. Nadie duda ya de que ha recogido el testigo de Usain Bolt tras su retirada, y tras hacerse por partida doble con la plusmarca histórica de los 60 metros que aspira a repetir este sábado, la única incógnita está en cuándo superará los registros del jamaicano.
De los 180 medallistas de Londres 2017 sólo 54 repiten en Birmingham. A la retirada de Usain Bolt (que nunca hizo pista cubierta), la grave lesión de Wayde Van Niekerk y el salto de Mo Farah al maratón hay que añadirles las ausencias de Justin Gatlin, Christian Taylor, Tori Bowie, Allyson Felix, Caster Semenya… Y por supuesto, todas las estrellas africanas: ni los kenianos Manangoi y Cheruiyot ni los etíopes Edris y Ayana, por citar algunos, estarán en el Mundial.
¿Pero por qué la mayoría de las figuras ‘pasa’ de la pista cubierta? En primer lugar, no se disputan las mismas pruebas que al aire libre. Los atletas de 200, por ejemplo, se ven obligados a bajar al 60, demasiado explosivo, o subir al 400, todo lo contrario, trastocando su planificación de la temporada, dirigida con frecuencia a los meses de verano. Las vallas largas no existen y los obstáculos tampoco tienen cabida. En el caso de los lanzadores directamente es que sólo se disputa el peso, dejando fuera la jabalina, el disco y el martillo. Y luego están los fondistas, con mucho protagonismo al aire libre entre el 3.000 obstáculos, el 5.000 y el 10.000; mientras que bajo techo, al tratarse de una pista de apenas 200 metros, la única gran distancia son los 3.000 lisos. De la marcha y el maratón, obviamente, ni rastro.
La otra cara de la moneda es que, sin las cabezas de cartel, Birmingham permitirá descubrir a las jóvenes promesas del atletismo mundial. Una de ellas es Ronnie Baker, ya con 24 años, pero desconocido para el gran público pese a haber corrido los 60 metros en 6.40 segundos (la tercer mejor marca de la historia) en los ‘Nationals’ estadounidenses. En el 800, dos veinteañeros como el keniano Emmanuel Korir y el norteamericano Donavan Brazier llegan al campeonato con las dos mejores marcas del año; y los etíopes Samuel Tefera y Selemon Barega, ambos de 18 años, parten entre los favoritos al oro en el 1.500 y el 3.000. También entre las féminas hay talento incipiente, por ejemplo en las figuras de la fondista alemana Konstanze Klosterhalfen (21 años) y de la saltadora ‘yanqui’ Vashti Cunningham (20 años), que tiene por delante la misión casi imposible de destronar a Maria Lasitskene.
El factor sorpresa llega en la maleta de Ana Peleteiro: la gallega busca en este mundial el campeonato definitivo en el que reivindicarse como realidad y no como promesa del triple salto español, después de ser séptima en Londres el año pasado. Un invierno muy regular por encima de los catorce metros ubican a la discípula de Iván Pedroso entre las candidatas a conseguir un puesto de finalista, con permiso de su compañera de entrenamientos Yulimar Rojas, campeona mundial el año pasado. Ana Peleteiro, como siempre, con la incógnita de hasta dónde llegará cuando llegue su salto perfecto.
Para España, llegar al Barclaycard Arena de Birmingham implica volver al lugar del crimen. El combinado español consiguió aquí su mejor resultado en 2003: seis medallas encabezadas por el título de campeón mundial de Manolo Martínez en peso y los destellos de Yago Lamela o Glorie Alozie en uno de los capítulos más brillantes del atletismo español.
El spot promocional de ese campeonato utilizó la frase “Vamos sobrados” para transmitir la solidez internacional de la que gozaba la selección española. Esta semana, a los nuestros no les sobrará ni un gramo de fortuna, calidad y saber estar en su primer test internacional de la era post Beitia.
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