No todo el mundo puede encontrar fuerzas e inspiración para recomponerse de los golpes que da la vida. Loida Zabala (Extremadura, 1987) es un ejemplo de superación desde bien pequeña. Una mielitis transversa la postró varios meses en la cama de un hospital. Sus piernas dejaron de responder con 11 años y la silla de ruedas le enseñó la palabra «libertad». La motivación de los Juegos de Londres 2012 la ayudó a superar los malos tratos por parte de un exnovio, y centrarse en París 2024, su última participación en unos Paralímpicos, le reforzó en su lucha contra el cáncer de pulmón con metástasis y con hasta nueve tumores en el cerebro que le diagnosticaron hace ahora un año.
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Su figura es inspiradora aunque ella se niegue a aceptarlo. «He aprendido más a vivir cada momento como si fuese el último. Pese a cuidarte, el cáncer es una lotería que te puede tocar. Espero llegar viva a los Juegos de Los Ángeles 2028», indicó la haltera extremeña en la primera edición del Congreso Deporte en Positivo organizado por As, en la ponencia 'Campeonas contra las adversidades'. La cacereña de Losar de la Vera, 19 veces campeona de España, disputó este verano sus quintos Juegos Paralímpicos después de recibir el peor de los diagnósticos después de ser séptima en Pekín 2008, quinta en Londres 2012, quinta en Río 2016 y sexta en Tokio 2020. A través de la Fundación Loida Zabala anima desde hace años a que más personas se sumen al deporte que le sirve de faro entre la oscuridad que le atisba.
La deportista, de 37 años, destacó durante su emotiva intervención las críticas que tuvo que superar y las duras sesiones de sauna para dar el peso en los Juegos de París pese a la medicación. El camino desde entonces, en estos meses, no ha sido fácil por la enfermedad. «Tuve comentarios que me dijeron que nunca iba a ganar una medalla de oro nacional, que nunca iría a los Juegos Paralímpicos, que nunca levantaría más de 80 kilos, y al final conseguí hacerlo todo. París ha sido muy difícil, subí hasta 11 kilos con la medicación y tuve que bajar a 50, logré la plaza después de pasar varios días en una sauna para dar el peso y eso me trajo problemas de salud. Han sido los de peor posición pero los que más he disfrutado y además lloré de emoción en la presentación. No podía estar más agradecida con la vida».
La haltera paralímpica, que lleva el optimismo por bandera, es independiente y fuerte, no solo por los casi cien kilos que es capaz de levantar en powerlifting. Nada le asusta. «Llegar viva a París para mí ya es una medalla», dijo hace unas semanas. «El deporte es fundamental para ver las soluciones y acércame a los sueños por cumplir. Me ha sacado de situaciones donde toqué fondo. Todos tenemos esa fuerza dentro, aunque no lo sepamos», reflexionó.
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