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Tom Brady alza el trofeo Vince Lombardi.

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Tom Brady alza el trofeo Vince Lombardi. Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports
Super Bowl LV

Tom Brady se eleva a la estratosfera del deporte

El '12' de los Buccaneers tritura a los Chiefs para lograr el séptimo anillo de su carrera y convertirse en el primer quarterback capaz de ganar la Super Bowl en tres décadas distintas

Óscar Bellot

Madrid

Lunes, 8 de febrero 2021, 04:14

Pese a la dificultad casi insuperable de fraguar un consenso cuando de controversias deportivas se trata, hace tiempo que Tom Brady cerró el debate de quién es el mejor jugador de fútbol americano de la historia. Hoy casi nadie se atreve a discutirle ese ... honor. Y a quien lo hace solo cabe darle una palmadita y compadecerse de él por tamaña ignorancia, cabezonería o simple estulticia. Pero en el Raymond James Stadium, el de San Mateo abrió la disputa, esta sí razonable, de si puede considerársele ya como la figura más dominante que haya tenido jamás cualquier deporte de equipo. La cuestión es pertinente porque los números en su favor son abrumadores. En sus 21 años en la NFL, la liga más exigente de todas, contabiliza diez finales y siete títulos de campeón. Posee un anillo más que cualquier franquicia desde la instauración de la Super Bowl. En realidad solo dos, los Pittsburgh Steelers y los New England Patriots, se le acercan. Y estos últimos porque tuvieron la inmensa fortuna de contarle en sus filas durante los veinte años en los que les sacó de la mediocridad y les alzó a lo más alto del podio.

Desde este domingo, el '12' presume de ser además el único capaz de reinar en la mayor cita del deporte estadounidense en tres décadas distintas. Y uno de los dos quarterbacks que han conseguido comandar a dos equipos distintos en su asalto al cielo. Solo lo había logrado Peyton Manning (con los Indianapolis Colts y los Denver Broncos), hasta que el chico que creció soñando con emular a Joe Montana y terminó convirtiéndose en un mito de un calibre muy superior a cualquier otro que haya visto desfilar la NFL decidió, a sus 43 años, dejar atrás al equipo de toda su vida para embutirse la vestimenta de los Tampa Bay Buccanners, que llevaban trece años sin pisar los 'playoffs'. Menos de un año después después de aquella osada apuesta, tras la campaña más complicada que se recuerda, los de Florida sumaron otro trofeo Vince Lombardi al que amarraron en 2003, tras despedazar 31-9 a los defensores del título, los Kansas City Chiefs.

Nadie había ganado la Super Bowl en su estadio antes. Otra puerta más derribada por los Buccanneers de Brady, MVP de la final por quinta vez, quien entró en la NFL como número 199 del 'draft' del año 2000, tras ejecutar un repaso de principio a fin que rubricó con 21 de 29 pases completados para un total de 201 yardas y tres anotaciones. Porque los Chiefs salieron ya maltrechos de un primer tiempo en el que la defensa de los Buccaneers marcó el ritmo y nunca se repusieron. A los campeones de la Conferencia Americana les pasó factura la ausencia de sus tackles titulares, lo que desprotegió a Mahomes. Todd Bowles, coordinador defensivo del equipo de Tampa, le cegó al texano las oportunidades de mandar envíos en largo, reduciéndole a pases cortos que no iban a ningún lado u obligándole a correr. La estrategia funcionó como un reloj suizo.

Día negro de Mahomes

Cierto es que el conjunto de Andy Reid abrió las hostilidades, pero el revés no hizo sino encender a Brady, que arrastraba una curiosa estadística: no había anotado ningún touchdown en el primer cuarto en ninguna de sus nueve Super Bowl anteriores. Apenas un field goal como bagaje de sus apariciones en el duelo decisivo con los Patriots. En la primera al mando de los Buccaneers rompió la racha. Un drive de 75 yardas en poco más de cuatro minutos y medio resumió su grandeza. La jugada la coronó Rob Gronkowski, su mejor compinche en los viejos y los nuevos tiempos. El touchdown les convirtió en la pareja con más anotaciones en la historia de los 'playoffs', rompiendo el empate que mantenían con la dupla conformada por Joe Montana y Jerry Rice en los San Francisco 49ers.

Con la ofensiva bien engrasada y una defensa soberbia, los Buccaneers encarrilaron la victoria con dos touchdowns más antes del descanso. El primero, fruto de otra asociación entre Brady y Gronkowski. El segundo, con un pase del de San Mateo para que Antonio Brown, su huésped en la mansión de Florida que comparte con su esposa, la modelo Gisele Bündchen, y sus hijos, pusiese el 21-6 al filo del descanso. El astro estaba enardecido.

Por quinta vez en su carrera, Mahomes se fue al intermedio sin un touchdown en el zurrón. Necesitaba una reacción imperial. Pero Brady mantuvo pisado el acelerador y su línea defensiva no le dio opción. Un touchdown de Leonard Fournette al poco de comenzar la segunda parte terminó de amortajar al conjunto de Misuri. Sometido a una presión mayúscula y sin coraza, Mahomes se desmoronó y los Chiefs no pudieron ni maquillar el marcador. El texano sucumbió bajo el yugo de Brady como ya hicieran Drew Brees y Aaron Rodgers, otros genios de este deporte a lo que no les quedó sino prosternarse ante la inteligencia para leer el juego, la voracidad y el liderazgo de un competidor sin parangón. Está llamado a recoger un día la antorcha, pero el relevo tendrá que esperar. Porque Brady quiere seguir dando guerra. En la Super Bowl LV se elevó a la estratosfera. Gloria al mito eterno.

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