Blanca Manchón, madre coraje, olímpica y empresaria

No sólo ha conseguido Blanca Manchón conciliar, con mucho sufrimiento, emocional, físico y económico, su vida como madre y deportista de alto rendimiento, sino que también ejerce de empresaria, junto a su marido, con quien regenta en Sevilla un establecimiento especializado en entrenamiento personal, fisioterapia y rehabilitación. Ahora, quien considera que «en España una deportista embarazada es una mujer acabada», también ejerce de conferenciante, dando charlas motivacionales, después de haber trabajado con una psicóloga que la ayudó a sobreponerse del golpe anímico que supuso la desaparición de los patrocinadores que le proporcionaban 40.000 euros al año, en un deporte tan caro como la vela, aunque la modalidad de windsurf sea la más asequible.

Sin apoyo económico, ya que la ayuda que le concedió el Consejo Superior de Deportes (CSD) por ser madre «no llegó ni a los 3.000 euros», cuando su equipo completo de competición cuesta 6.500 y tenía que adelantar o pagar directamente de su bolsillo el dinero de los viajes para prepararse y representar a España. Calcula que ha tenido que gastarse alrededor de 11.000 euros hasta entrar en el equipo preolímpico de vela, formado hasta el momento por seis regatistas, aunque ella sacó el billete para Tokio con año y medio de antelación. En un doloroso pero posteriormente fructífero regreso al pasado, como cuando tenía 14 años y se convirtió en profesional, debió empezar de cero y recurrir de nuevo a su familia. Para seguir compitiendo y comprar el material necesario debió pedir ayuda a sus padres, Paco Manchón y María Antonia Domínguez, también regatistas, que fueron quienes le inculcaron su amor por la vela. La pequeña de la familia nació en una ciudad sin costa, pero desde los 10 años se entrena en El Puerto de Santa María (Cádiz), «la mejor bahía del mundo para navegar».

Pese a ser ninguneada por los dos patrocinadores que la dejaron tirada -uno de ellos no le renovó el contrato que la unía desde 2013, porque su deporte «ya no encajaba en su marca», y el otro ni siquiera le cogía el teléfono- y no tener derecho a entrenador y ni siquiera a una lancha para descansar durante los entrenamientos, Blanca regresó a la competición y, tan sólo siete meses después de haber sido mamá, se proclamó sorprendentemente, con una tabla prestada, campeona mundial de la clase Raceboard (no olímpica) en Salou. Su sexto título del mundo absoluto, el que le sirvió para relanzarse moralmente con vistas a los Juegos -sólo le falta una medalla olímpica-, volver a aparecer en los medios de comunicación y ganarse la confianza de diversas empresas, entre ellas, Hero, el grupo de alimentación con sede en Murcia que, con una variedad de productos de nutrición infantiles, ha apostado por sus valores.