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Mal sabor de boca en el adiós

Mal sabor de boca en el adiós

Pepe Laso

Miércoles, 4 de agosto 2021, 00:20

Cuatro partidos y uno, el de Japón, sin gran valor por la seguridad que suponía saber que el anfitrión no era obstáculo para el resto en los tres del grupo. La derrota ante Eslovenia hizo que el tercer partido de la selección fuese a vida ... o muerte ante los americanos. Hoy solo toca comentar el partido, habrá tiempo para ampliar el objetivo.

En lo que es estrictamente baloncesto los favoritos han condicionado la competición. Se presentan sin un solo jugador interior de referencia, todo el cuadro está compuesto por doses y treses, que juguetean dentro-fuera, para al final tirar triples. Primera consecuencia, el marcador es un acordeón, si fallan cinco seguidos parece que tienes opciones; pero si los meten, como ocurre con frecuencia, la sensación de paliza se te pone en la cara.

Leída la partitura del enfrentamiento Scariolo, no sé si con acierto, o incluso sin otra posibilidad, acepta el envite y juega a lo mismo. Fuera pivotes, los Gasol demasiado grandes y pesados. Solo Willy por aquello de la juventud y el descaro, oportunidad bien aprovechada que le traerá réditos en el futuro del cuadro nacional.

Ya todo una locura, un cambio de golpes entre media docena de estrellas de segundo nivel NBA, (exceptuando a Durant, su primer nivel es evidente) y dos jugadores españoles que conocen bien cómo es ese juego. Ricky marca el camino, juega un soliloquio, con mirada perdida, «a mí plim yo duermo en pikolin». Así se jugó los 27 minutos que estuvo en el campo. Como el juego del ratón y el gato se imponía, no iba tan mal, Scariolo buscó un compañero al jugón. Sergio Rodríguez saltó a la pista y dijo: «pa-lante, si a mí esto se me da de cine». Así fue todo el partido, entre ambos se tiraron el 60% de los tiros de todo el equipo y se quedaron tan frescos. Quizás sea destacable que por su cuenta y acierto Willy Hernangómez presente unas dobles figuras de 10 puntos y 10 rebotes. Todos los demás desaparecidos.

No ha sido, ni mucho menos, la mejor forma de decir adiós a esta generación. Su estilo ha sido siempre tan coral, tan aguerrida y tan volcánica, que me deja mal sabor de boca. Quizás la culpa de todo la hayan tenido los americanos por el equipo que han traído. La Olimpiada tiene que darnos más oportunidades de comentar cosillas.

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