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Pablo m. diez, enviado especiaL
Zhangjiakou
Domingo, 6 de febrero 2022, 02:32
Con su burbuja herméticamente sellada y sus pruebas PCR diarias, los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022 están blindados contra el coronavirus. Pero la covid-19 es tan escurridiza, sobre todo su supercontagiosa variante ómicron, que consigue colarse entre las estrictas medidas de seguridad ... vigentes en China.
El viernes, día de la ceremonia de inauguración, se detectaron 45 nuevos casos, el doble que la jornada anterior. De ellos, 25 fueron deportistas y miembros de equipos olímpicos y el resto trabajadores y periodistas. 26 de los positivos fueron localizados con la PCR efectuada al aterrizar en el aeropuerto de Pekín y los otros 19 entre las 71.000 pruebas que se llevan a cabo cada día a todas las personas que están dentro de la burbuja olímpica.
Además de los casi 3.000 deportistas y miles de integrantes de los comités nacionales, personal de las empresas patrocinadoras y reporteros, figuran los trabajadores chinos de la organización y los voluntarios. Para entrar en la burbuja, tanto dichos operarios como los voluntarios, en su mayoría universitarios, han tenido que seguir una cuarentena que les ha impedido pasar el año nuevo lunar con su familia y deberán someterse a otra para salir cuando acaben los Juegos.
En total, se han efectuado más de 680.000 pruebas desde el 23 de enero, cuando empezó a llegar el grueso de los participantes. Gracias a estos controles, los organizadores han descubierto unos 300 casos positivos de coronavirus, una tercera parte dentro de la burbuja. Con todos los participantes vacunados, la mayoría con la tercera dosis de refuerzo, los contagiados no sufren síntomas graves y solo una docena han necesitado hospitalización, todos leves. Pero el protocolo chino obliga a aislarlos hasta que den negativo, lo que ha hundido los ánimos de algunos deportistas, como la belga Kim Meylemans, quien compite en los deslizamientos de skeleton. Su conmovedor vídeo llorando, en el que contaba que debía pasar siete días confinada en un centro de cuarentena con dos pruebas PCR cada jornada, llevó al Comité Olímpico Internacional (COI) a intervenir para que fuera trasladada a una zona de aislamiento dentro de la Villa Olímpica.
Con un goteo de contagios cada día, la covid-19 también se ha cebado con el equipo noruego, lo que amenaza su hegemonía en los Juegos Olímpicos de Invierno. Sobreponiéndose a la adversidad, la esquiadora Therese Johaug ganó este sábado para su país la primera medalla de oro de estos Juegos y, junto a la victoria del equipo de relevos 4x6 kilómetros, hace que Noruega lidere el podio tras el primer día de competición.
«Sabíamos que iba a ser una situación con muchísimo control, con las PCR y todas las restricciones, pero hemos tenido la sorpresa de que lo hacen de manera respetuosa y la gente es muy amable. Eso hace que estemos a gusto y podamos concentrarnos en nuestro deporte», explica a este periódico la abanderada española, Queralt Castellet, una de las opciones de medalla del equipo.
En Pekín 2022, cada jornada no empieza con el típico entrenamiento matutino, sino con una PCR y apuntando en una aplicación del móvil la temperatura y si uno tiene síntomas o no. Por suerte, la prueba se realiza en la garganta, lo que la hace más llevadera que si fuera por la nariz. Para tomar las muestras, cada edificio en el que están alojados los participantes de los Juegos cuenta con su propio equipo de enfermeras. Por si acaso a alguien se le olvida, una de ellas aguarda cada mañana a las puertas de los ascensores para indicar el lugar donde se hacen las pruebas.
Enfundadas en sus trajes especiales de protección, se toman el trabajo con buen humor y hacen que el trámite diario no sea tan desagradable. «La mejor noticia es que no haya noticias», nos contestan riendo cuando les preguntamos dónde y cuándo podemos ver los resultados. Para agilizar el proceso, las autoridades solo avisan a los positivos, no a los negativos.
Junto a las pruebas PCR, otros inspectores van tomando muestras de las superficies en las zonas comunes en busca de restos de coronavirus. Por ejemplo, de las garrafas de agua y la máquina del café en el centro de prensa de Zhangjiakou, donde se celebran la mayoría de pruebas de esquí y snowboard.
Las enfermeras no son las únicas que van pertrechadas con estos fantasmagóricos monos blancos, que también llevan las limpiadoras y buena parte del personal de los hoteles. Para prevenir el coronavirus, una legión de operarios que cargan a sus espaldas un pequeño bidón de desinfectante rocía constantemente las instalaciones y los autobuses. El celo por la salud es tal que hasta la basura que se genera en estos Juegos Olímpicos se almacena dentro de la burbuja para que no haya riesgo de que el virus se escape al exterior.
En el centro de prensa principal, junto al Estadio 'El Nido' de Pekín, robots preparan las comidas que solo deben ser hervidas, como los 'dumplings', y los camareros sirven los cócteles del bar ataviados con trajes de protección. Para minimizar todo lo posible el contacto humano, algunos platos son entregados y recogidos desde una cinta que recorre el techo y porta una bandeja que luego baja automáticamente hasta la mesa del comensal.
Además de atravesar controles de temperatura a la entrada de cada recinto interior, algunos restaurantes apuntan el nombre y el teléfono de los clientes para rastrearlos en caso de que aparezca un positivo, ya que los contactos estrechos también son aislados. Con todas estas medidas, los Juegos blindados de Pekín 2022 se proponen derrotar a su rival más peligroso: el coronavirus.
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