García Bragado: «A estas alturas no influye demasiado tener 50 o 51 años»

Para 'Chuso', el único superviviente español de Barcelona'92, el aplazamiento es prácticamente una buena noticia. Parece increíble cuando, en teoría, el tiempo debería correr en su contra, pero es cierto. «A determinadas alturas no es realmente importante. Tener 50 o tener 51 no creo que influya demasiado si uno se cuida», asegura confinado en su casa de Sant Adrià. Y es que la prórroga olímpica le permitirá recuperarse por completo de las molestias que aún acarrea de su agonística gesta en el Mundial de Doha (su decimotercer campeonato), donde fue octavo con 31º y un 72% de humedad. «Le digo al Comité Técnico que me ha venido como mano de santo entrenar en la cinta que me ha conseguido la Federación Española (RFEA), porque el impacto a nivel muscular y tendinoso es menor. Cuando podamos hacer entrenamientos normales ya voy a tener todas estas molestias resueltas», señala 'el hombre de mármol'.

«Mirando en positivo, esto me va a permitir llegar a los Juegos mucho más entero y poder hacer un calendario competitivo más normal, de otra manera habría tenido que reducirlo mucho para no arriesgar», explica García Bragado, que aprendió la lección de ser conservador en el anterior año olímpico. Sin embargo, al principio, como al resto de atletas, el cambio de fecha de Tokio le contrarió: «Contaba los meses que quedaban. Estaba siendo duro, pero pensaba: mira, no falta ni un año. Cuando ya ves que esto es así tienes que resetearte y adaptarte a las circunstancias». Camaleónico. No hay otra manera de mantenerse en la élite de la marcha atlética durante casi 30 años, desde su décimo puesto en Barcelona'92 y el oro mundial en Stuttgart el verano siguiente hasta la octava plaza en Doha que le asegura estar en Tokio 2021. Habrá disputado unos Juegos en cuatro décadas distintas.

No tanto como la fecha, al marchador madrileño le preocupa el lugar de su despedida. «Si nos llevan a Sapporo (como iban a hacer en 2020 y así parece ser que harán en 2021) no perjudicaría tanto a los que se adapten peor al calor. Esa circunstancia a mí me permitió en Doha, al prepararme bien para un calor extremo, estar compitiendo con chavales muchísimo más jóvenes que yo», recuerda. Y es que en el Mundial entró justo delante del ucraniano Maryan Zakalnytskyy, vigente campeón de Europa en 50km, al que dobla la edad. «Yo ya no voy a pensar en estar entre los diez primeros del ranking por marcas, pero sí por resultados. En cierta manera, me perjudica Sapporo».

También le perjudica, como al resto de atletas españoles, el desajuste económico que la pandemia creará en la Federación y que amenaza con trastocar la hoja de ruta hacia los Juegos. «Si hubieran sido en 2020 teníamos una idea de cómo prepararlos. Supongo que sirve para el año que viene, pero habrá que ver los recursos que tenemos. Todo parece indicar que no van a ser los mismos, hemos de hacernos a la idea», asume el cuádruple medallista mundial. «Entiendo que se mantendrán los convenios que la RFEA tenía con algunas prefecturas de Japón para ir a entrenar, pero habría que ver si hay recursos para viajar hasta allí. Si no, tendremos que adaptarnos a entrenar aquí en algún lugar con mucho calor y mucha humedad, como puede ser el delta del Ebro», deja entrever.

La veteranía es un grado, y a García Bragado le permite analizar con frialdad sus opciones en sus octavos Juegos. «Cuando vas a tus primeros tienes más responsabilidad, más presión. Lo que antes era hablar de una medalla ahora es hacer un buen puesto, no fracasar», expone el madrileño. «En una prueba de 50km pueden pasar muchas cosas: una indigestión, que no te encuentres bien, calambres… Hay que evitar retirarse y luego, técnicamente, no tener problemas con los jueces». Todo con el objetivo de poner punto final a su legendaria carrera con buen sabor de boca: «Acabar retirándome o descalificado sería muy triste».