Italo Ferreira celebra con una voltereta su oro en surf. Olivier MORIN / AFP
Tokio 2020 / Surf

El campeón olímpico que aprendió surf con cajas de pescado

Italo Ferreira, primer campeón de surf en unos Juegos, cautiva a Tokio por su pasado y su labor social

igor barcia

Tokio

Miércoles, 28 de julio 2021, 08:58

Nada más coronarse primer campeón olímpico de surf, Italo Ferreira se rompió de la emoción al intentar explicar sus sensaciones. «Si supieran de dónde vengo...», fue capaz de decir. El brasileño, de 27 años, tiene un pasado humilde que no olvida ahora que es una ... estrella de su deporte. Nacido en Baia Formosa, una localidad de 8.000 habitantes al norte de Brasil, se enamoró del surf muy pronto, cuando veía a otros practicar este deporte en las playas de su zona. Sin embargo, no tenía para comprar una tabla, así que se las arregló para aprender con placas de poliestileno de las cajas donde su padre guardaba el pescado que venía diariamente para ganarse la vida. Con los años y ya con una tabla de verdad, Italo fue progresando en el mundo del surf hasta lograr su gran hazaña, campeón del mundo World Surf League en Hawai, el tercer brasileño de la historia en lograrlo.

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Eso sí, su éxito, que le abrió las puertas a los Juegos, llegó de una manera muy particular. Antes de acudir al Mundial de Japón, donde se lograba la clasificación para Tokio 2020, sufrió en Estados Unidos, donde estaba entrenando, el robo de su pasaporte y el visado para entrar al país nipón. Por fortuna pudo lograr la documentación, pero al intentar viajar a Japón, su vuelo se retrasó 18 horas por culpa de un tifón, lo que llevó a Ferreia a una contrarreloj para llegar a tiempo a la competición. Cuando llegó se fue directo a la playa, a donde llegó nueve minutos antes de que empezara su serie. Pero su decisión tenía un problema, había dejado su tabla y su neopreno en el aeropuerto, sin recoger, así que se metió en el agua en vaqueros y con la tabla prestada de su amigo Filipe Toledo. Estaba con el tiempo al límite, tenía que puntuar en dos olas para seguir en competición y lo logró. Después de la llamada manga milagro, y ya con sus pertenencias, siguió avanzando en el torneo hasta ganar el Mundial y su clasificación para los Juegos.

Por eso, Ferreira se emocionaba al echar la mirada atrás. Y también por su familia, la que tanto le apoyó en su aventura. En especial su abuela Doña Mairiquinha, su inspiración para cumplir los sueños y a quien quiere corresponder con la puesta en marcha del Instituto Italo Ferreira en su localidad para apoyar a niños en situación de riesgo a través del deporte. «Con este triunfo puedo apoyar un poco más a estos jóvenes y hacerles ver que con esfuerzo se pueden lograr los sueños», explicó tras controlar la emoción por la victoria. Incluso ya tiene la sede de ese centro, la casa de su abuela en Baia Formosa.

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