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Virginia Díaz y Aina Cid ya son finalistas del dos sin timonel. La cántabra de Raspas del Embarcadero y la catalana, que ya había estado hace cinco años en la final de Río de Janeiro con otra compañera, estarán este jueves en la final en ... el Canal Sea Forest. Ya han cumplido con creces, pero ahora buscarán la sorpresa en una regata en la que Nueva Zelanda y Grecia, que ha protagonizado la gran sorpresa en la primera semifinal al batir el récord del mundo, parten como grandes favoritos. El bronce parece a priori mucho más abierto, con multitud de candidatas. Con el diploma olímpico asegurado, les resta un último esfuerzo agónico para coronar lo mejor posible lo que ya ha sido una extraordinaria actuación.
Díaz, con su inconfundible visera blanca, y Cid, a la proa del barco español, llegaban con una marca de 7.22.14 a la cita que ha cerrado esta mañana el programa de remo. Desde la calle 6 salieron fuertes, muy fuertes, a 42 paladas en la champa inicial, pero no con la suficiente potencia para evitar quedar ligeramente descolgadas. Tampoco era una gran novedad ni un gran problema para una tripulación acostumbrada a ir de menos a más a lo largo de los dos kilómetros.
En el paso por los 500, el guion previsto. Una Nueva Zelanda enrabietada por haber perdido su plusmarca mundial y las españolas colistas a 4.50. Las kiwis mandaban, como había sucedido en la manga clasificatoria en una jornada moderadamente similar. Grace Prendergast y Kerri Gowler, grandes favoritas al oro, no eran referencia dada la tiranía con la que están dominando este dos sin, aunque posteriormente se iba a comprobar que ellas también son humanas y se cansan. En el paso por los mil Díaz y Cid seguían sextas a 7,83 pero navegando ya muy parejas a casi toda la flota y con la tercera plaza, la última que daba acceso a la final y que ocupaba aún Rumanía en la calle 3, ya a tiro.
Al paso por los 1.500 las españolas ya eran terceras a 7.74 en plena remontada y con muy buenas sensaciones, ya con las rumanas a la zaga mientras comenzaban a subir el ritmo de paladas en busca de la última champa. Se abrió entonces un mano a mano con Rusia incluso con las neozelandesas, desfondadas, ya bastante cerca. Como había ocurrido en la magna de clasificación, solo les faltaron a las españolas unas decenas de metros; un puñado de paladas, para ser segundas. Pero el caso es que estarán en la final y que han demostrado ser extraordinariamente competitivas.
También lo han sido Jaime Canalejo y Javier García, que previamente también lograron el billete para la final masculina de la misma especialidad. Los sevillanos, igual que sus compañeras, fueron terceros en su semifinal y aseguraron el diploma olímpico. Ahora, soñarán con las medallas, a las que en principio no parecían destinados pero que ahora ni mucho menos descartan.
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