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España, los Hispanos, se irán de los Juegos luchando por el bronce con Egipto. Dinamarca se interpuso una vez más en el camino. La diferencia esta vez fue que los nórdicos se metieron en la final contra Francia porque los nuestros dejaron escapar todas las ... ocasiones que el partido les puso delante para empatar un encuentro en el que siempre fueron por detrás. Ese dejar escapar opciones, extraño en un grupo del talento de los españoles, define el partido pero también refleja el ocaso de un grupo que solo merece alabanzas, loas y parabienes. Cuando el sábado acabe el partido por el bronce habrá acabado una época del balonmano español.
Los Hispanos casi nunca estuvieron en condiciones de ganar el partido, por eso duele más que cuando sí lo estuvieron se perdiera el balón o se fallara el lanzamiento. De hecho, en el primer tiempo, ni se acercaron a ser un problema para los sólidos daneses. Si acumulas más pérdidas de balón que paradas tu portero (que es un frontón), si eres capaz de fallar hasta tres contragolpes seguidos, si tu defensa en 5-1, es superada una y otra vez, si en ataque solo logras lanzar después de estar un buen rato con el pico y la pala golpeando el muro rival, entonces es que no vas a ganar el partido. Y menos si es una semifinal olímpica.
España nunca estuvo realmente metida en el partido. Y cuando el juego le dio la oportunidad de entrar, lo desperdiciaron lastimosamente. Los seis primeros ataques se resolvieron con cinco pérdidas y un gol. Afortunadamente Pérez de Vargas mantuvo con sus paradas al equipo en ese inicio caótico. Pero el cancerbero toledano del Barcelona no es superman y él solito poco puede hacer.
España
Pérez de Vargas (12 paradas) y Rodrigo Corrales. Raúl Entrerríos (2), Maqueda, Aleix Gómez (4), Adrià Figueras (5), Sánchez-Migallón (1), Gedeón Guardiola, Ángel Fernández (1), Ferràn Solè, Dani Sarmiento (2), Alex Dujshebaev (5), Eduardo Gurbindo, Antonio García (3)
23
-
27
Dinamarca
Landin (13 paradas) y Moeller. Magnus Landin (1), Saugstrup, Svan (1), Moellgaard, Mensah (4), Toft (2), Mikkel Hansen (12), Olsen, Johan Hansen (1), Andersson, Holm (1), Gidsel (5)
Parciales cada cinco minutos: 1-3, 3-3, 5-7, 6-10, 7-11, 10-14 -descanso- 12-14, 13-16, 18-20, 20-22, 21-22 y 23-27
Árbitros: Los suizos Brunner y Salah. Estrictos con el pasivo hacia España, laxos con los daneses, y con criterios diferentes en las áreas para señalar siete metros. Excluyeron a Guardiola, Sarmiento y Antonio García por parte española y a Moellgaard y Saugstrup por los daneses.
El problema fue el ataque. El muro danés era impenetrable para los de Jordi Rivera, que por mucha velocidad que imprimieran a la circulación de balón apenas hacían cosquillas a un bloque que se iba creciendo conforme pasaban los minutos. Mantenerse en el partido era un quimera en esas condiciones, y como la lógica impera mucho en el deporte los daneses sacaron jugo rápidamente del colapso ofensivo rival. No es que España lo estuviera haciendo rematadamente mal, es que los rivales lo hacían extraordinariamente bien.
Cabía esperar en la reanudación un rebrote del orgullo, una defensa más impermeable, un ataque más preciso. Y así fue.
No querían los Hispanos irse de la final sin sacar la clase y el orgullo que han mostrado a lo largo de su trayectoria. Apretaron en defensa, Pérez de Vargas incrementó su recital y el ataque fue más fluido. En lo que la selección es mejor que los daneses es en imaginación, en improvisación. Entrerríos y Alex Dujshebaev se echaron el equipo a la espalda y por momentos la remontada, como contra Suecia, parecía posible. Ocho minutos logró España que estuviera Dinamarca sin marcar un gol. Un mundo, una galaxia entera. Sin premio. A diferencia de otras ocasiones, la selección falló en los momentos clave, cuando era imprescindible acertar. Hasta seis ocasiones de situarse a un gol o empatar tiró a la cloaca España. Y así no es posible, claro. No era el día aunque fuera el lugar.
Queda luchar por el bronce. No es mal broche, pero los jugadores que dirige Roberto García Parrondo van a castigar con dureza a los hispanos si repiten los errores de la semifinal. Que no pase. Una generación como la que el sábado se despide no merece salir por la puerta pequeña, sea cual sea el resultado.
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