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La delegación de Italia, a su paso por los Campos Elíseos.

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La delegación de Italia, a su paso por los Campos Elíseos. Efe

Los atletas paralímpicos toman los Campos Elíseos en el comienzo de una nueva fiesta deportiva

La Plaza de la Concordia se convirtió en el equivalente de un estadio en un acto en el aire libre que dio el pistoletazo de salida a los Juegos Paralímpicos de París

Enric Bonet

París

Miércoles, 28 de agosto 2024

Sin la lluvia ni barcos en el Sena, los Juegos Paralímpicos arrancaron este miércoles por la tarde con otra ceremonia inaugural en el monumental centro de París. Los atletas de las 168 delegaciones —un récord en este tipo de acontecimiento— desfilaron por los Campos Elíseos y hasta la Plaza de la Concordia en un acto en el aire libre, una primicia en unos Paralímpicos. Supuso el pistoletazo de salida a once días de competiciones, hasta el 8 de septiembre. Dieciséis días después del final de los Juegos, la fiesta deportiva regresa a la capital francesa.

La 17ª edición de los Juegos Paralímpicos imita la fórmula que funcionó hace unas pocas semanas con los Olímpicos. Reproduce las competiciones en lugares emblemáticos de la región de París, como el fútbol cinco para ciegos al lado de la Torre Eiffel, la para-hípica en el Palacio de Versalles o la esgrima en silla de ruedas en el Grand Palais. También recupera el mismo pebetero majestuoso en forma de globo aerostático. Incluso la mascota y el himno son los mismos. Sus organizadores quieren poner a los atletas con discapacidades físicas al mismo nivel de aquellos que disputan las competiciones tradicionales.

Primera ceremonia en el aire libre

Para empezar, los deportistas paralímpicos disfrutaron de un homenaje más que merecido con su desfile por la conocida como «la avenida más bella del mundo» —la modestia no es la mejor calidad de los franceses—. A diferencia de lo ocurrido el 26 de julio con el acto inaugural de los Juegos Olímpicos marcado por todo un diluvio, esta vez la meteorología acompañó. La entrada los paratletas a la Plaza de la Concordia, convertida en un escenario parecido a un estadio olímpico, tuvo lugar bajo una espléndida puesta de sol. Eso ofreció imágenes espectaculares del obelisco, con el Arco de Triunfo en el fondo. Unos 50.000 espectadores asistieron a la fiesta inaugural.

Una de las más animadas fue la delegación española, vestida con un sombrero y chaqueta beis y un polo que reproduce una litografía de Picasso. La encabezaron la judoca Marta Arce y el jugador de tenis mesa Álvaro Valera. La primera, quien sufre un déficit visual del 90% debido a un albinismo óculo-cutáneo, disputa sus quintos Juegos y aspira a ganar su quinta medalla paralímpica, tras haber ganado dos platas y un bronce. Para el segundo, con una polineurotapía de carácter distal y que posee seis metales, serán sus séptimas y probablemente últimas Olimpiadas.

«La más bella de las revoluciones»

Tras las dos horas que duró la entrada de los paratletas en la Concordia, que concluyó con la llegada de la delegación francesa ambientada con la famosa canción de Joe Dassin «Les Champs-Elysées», empezó una parte final con danzas contemporáneas y espectáculos musicales. El primer de ellos corrió a cargo del cantante galo Luc Bruyère, conocido artísticamente como Lucky Love, que nació sin su brazo izquierdo. Luego vino el momento de una épica Marsellesa tocada con una flauta travesera.

Más sobrio y menos polémico que el acto del 26 de julio —también más aburrido—, la conclusión estuvo dedicada a reivindicar el carácter inclusivo del deporte paralímpico, que sirve para cambiar las miradas sobre los cuerpos mutilados o discapacitados. «Estén tranquilos, esta noche no toca la toma de la Bastilla ni la guillotina, sino que empieza la más bella de las revoluciones: la Paralímpica», prometió Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de París 2024. «Queremos mostrar que la diferencia nos hace más bellos y más fuertes», añadió Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional.

Esta vez no hubo una interpretación final de Céline Dion, sino de la francesa Christine and the Queens que cantó el mítico «Born to Be Alive» de Patrick Hernandez. Fue una buena conclusión para dar comienzo a dos semanas destinadas a cambiar la percepción sobre el deporte.

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