España abusa de una tierna Islandia

Más allá del maravilloso ambiente que se vivió el pasado sábado en Cornellà, con una afición rendida a los colores nacionales y muchas ganas de jarana, la selección española no ofreció demasiados argumentos para el disfrute. Mandó como se presuponía aunque, una vez más, le costó encontrar vías de amenaza a la meta de Berisha. El empuje juvenil de Yéremy Pino y el olfato de Ferran Torres fueron determinantes a la hora de desencallar el choque, pero una acción desafortunada de Pau Torres comprometió el triunfo hasta que Dani Olmo resolvió sobre la bocina con un golazo marca de la casa.

La pírrica victoria en Barcelona vuelve a poner el foco sobre las dificultades que tiene España a la hora de traducir su atractiva propuesta con el balón en marcadores contundentes. Cierto es que en el fútbol actual existen ya pocas peritas en dulce y casi cualquier oponente tiene opciones de subírsele a las barbas a contrincantes mucho más reputados si tienen una buena noche, pero La Roja necesita ser más autoritaria en las zonas calientes del campo para que los partidos no terminen convirtiéndose en un continuo trayecto sobre el alambre.

Con ese reto de que su equipo sea más expeditivo en la retaguardia y venenoso en la vanguardia afronta Luis Enrique el nuevo amistoso en La Coruña, una plaza que no pisaba la selección desde septiembre de 2009, cuando el equipo que por entonces regía Vicente del Bosque goleó por 5-0 a una Bélgica en la que ya asomaba Eden Hazard camino del Mundial de Sudáfrica que entronizó a una generación inolvidable. Silva, en dos ocasiones, Piqué y Villa, también por partida doble, firmaron los tantos en un estadio que el combinado nacional había pisado cuatro veces anteriormente y en el que permanece invicto.

El técnico asturiano cambiará casi por completo el once que dispuso frente a Albania con el objetivo de repartir cargas de trabajo y conceder oportunidades a todos los integrantes de la expedición que reunió para esta ventana de amistosos. Eso supondrá la vuelta bajo palos de Unai Simón tras el debut de David Raya.

Azpilicueta y Jordi Alba refrescarán los laterales, con Laporte y Guillamón, inéditos en Cornellà, conformando el eje de una zaga en tela de juicio por su vulnerabilidad en las pugnas. España recibe pocas acometidas de los adversarios para los goles que concede. Marcos Llorente y Koke, que tampoco saltaron al campo del Espanyol, tendrán minutos en el centro del campo al igual que Carlos Soler, que salió en la segunda parte. Yéremy Pino, que hasta ahora ha lucido como revulsivo, sumará su primera titularidad con la selección en el frente ofensivo, donde repite Morata y entra de partida Dani Olmo.

Enfrente estará una Islandia que viene de empatar contra Finlandia en un amistoso celebrado el pasado sábado en el campo del Real Murcia. El combinado nórdico acumula tres tablas y dos derrotas en sus cinco últimos encuentros, quedó penúltimo de su grupo en la fase de clasificación para la Copa del Mundo de Catar y solo ha vencido una vez en sus nueve enfrentamientos con España, hace ya más de 30 años. Pero los vikingos, a los que por otra parte La Roja nunca ha derrotado por más de un gol de ventaja, quieren seguir el ejemplo de Albania y poner en un brete a la tropa de Luis Enrique.

España solventó el trámite frente a Islandia con una goleada que no servirá para acabar con los debates sobre su contundencia ofensiva porque en la balanza pesó, y mucho, la vulnerabilidad de los nórdicos, pero que, al menos, dejó un buen sabor de boca en el cierre de esta ventana de amistosos que le ha servido a Luis Enrique para seguir perfilando el grupo que acudirá en menos de ocho meses al Mundial de Catar.

Un doblete de Morata en la primera parte encarriló una 'manita' que redondearon, tras el descanso, Yéremy Pino y Sarabia, este último también por partida doble. La profundidad por los costados de La Roja, siempre competitiva independientemente del calibre del oponente o de la categoría del choque, marcó la diferencia frente a un adversario chato en defensa y desaparecido en ataque que concedió demasiadas facilidades a la soldadesca local en Riazor.

Tal y como había adelantado, Luis Enrique podó el once. Morata fue el único que repitió respecto al bloque que partió de inicio tres días antes contra Albania en Cornellà. Piernas nuevas para dosificar esfuerzos y aportar frescura a La Roja frente a un rival que calcó prácticamente la alineación que encaró el pasado sábado a Finlandia y se vio superado desde el comienzo con un planteamiento rácano.

España salió con chispa y disfrutó de un par de buenas llegadas antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora. Un centro de Marcos Llorente que llegó mordido a Morata tras tocar en un zaguero islandés y un disparo desde la frontal de Koke que no bajó a tiempo fueron los primeros aldabonazos de una selección que trenzó con velocidad y encontró muchísimos más espacios que contra Albania. Los laterales ofrecían profundidad, Yéremy Pino y Dani Olmo alborotaban y Morata amenazaba a una Islandia siempre agazapada, pero sin cuajo.

Proliferaban los balones cruzados al área, una estrategia que le permitió a Carlos Soler disfrutar de una ocasión pintiparada a centro de Jordi Alba que se malogró porque el centrocampista del Valencia golpeó en semifallo. Sin embargo, fue un pase de tiralíneas de Hugo Guillamón el que sirvió a Morata para que el muro islandés se desmoronase. Filtró en profundidad el defensor, dejó pasar Carlos Soler y recogió el punta de la Juventus, que limpió la resistencia de Sampsted con un quiebro y batió a Runarsson por el palo corto. El madrileño firmaría acto seguido el segundo tras un penalti sobre Dani Olmo que convirtió engañando al portero de Islandia para entregar un resultado plácido al descanso y alcanzar las 25 dianas como internacional, igualando a Emilio Butragueño como séptimo máximo realizador histórico de la selección española.

Islandia ofrecía poca resistencia y apenas pasaba del centro del campo, lo que otorga más mérito al hecho de que España, pese a la cómoda ventaja, mantuviese la tensión tras el intermedio. La Roja regresó de vestuarios con ganar de ahondar en la herida y dos minutos después sentenciaba con una acción que retrató la blandura de la zaga vikinga. Centro de Jordi Alba desde la izquierda y remate de cabeza del menudo Yéremy Pino, mucho más vivo que los gélidos centrales islandeses.

El combinado nórdico está sumido en un cambio generacional y le falta un estilo definido. Arnar Vidarsson quiere inculcarles a sus pupilos el gusto por el toque, pero le faltan mimbres suficientemente experimentados y está por ver si logrará que el mensaje cale. Esa bruma en la que se mueve facilitó que España abusase de un rival menor. Sarabia firmó el cuarto y el quinto resolviendo sendos centros de Marcos Alonso en una noche en la que La Roja jugó a placer.