La jornada 18 de la Primera División de la temporada 92-93 difícilmente habrá quedado en la memoria de los aficionados del Real Burgos. O quizás sí. Aquella noche de enero ocurrieron dos hechos que de singular categoría sobre el césped de El Plantío.
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El primero de ellos, de infausto recuerdo para los aficionados locales, fue que el Real Burgos perdió 0-2 y se convirtió en el farolillo rojo de la clasificación; el segundo llevaba como nombre propio el de Diego Armando Maradona.
Y es que aquella noche de frío castellano el astro argentino pisó el césped burgalés en la que sería su primera y última visita a Castilla y León como jugador en activo. Maradona, que por aquel entonces militaba en el Sevilla CF, disputó los 90 minutos del encuentro y, aunque no fue el encargado de perforar las redes defendidas aquella noche por Elduayen, fue protagonista de ambos goles.
El partido comenzó sin un claro dominador, aunque los visitantes hicieron más incursiones en terreno contrario que los locales, sin embargo, en el ecuador de esta primera mitad, el embrollo era tal que el partido no tenía un color definido.
Y fue ahí cuando los hispalenses entregaron el balón a quien mejor lo sabía tratar: Maradona. El argentino buscó la frontal del área una y otra vez para intentar sorprender con sus disparos al guardameta local.
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En el minuto 43, cuando ambos equipos casi se enfilaban hacia el vestuario, Maradona recogió un pase de Bango y fue zancadilleado en la frontal del área según cuentan las crónicas de aquel partido. Él mismo se pidió la bola para colocarla en la cabeza de su compañero Bango que sorprendió a la zaga burgalesa y envió el balón al fondo de las mallas.
No había terminado ahí el recital de Maradona. Ni siquiera la primera mitad, en la que todavía ocurrieron más cosas con el astro argentino como protagonista. Fue en el tiempo añadido cuando el 'pelusa' volvió a recoger un balón al borde del área y sufrir una falta por parte de la defensa castellana.
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De nuevo Maradona sacó el tiralíneas como si hubiese estudiado en la Universidad de Burgos y, dispuesto a diplomarse como aparejador, colocó con su pierna izquierda el balón en la cabeza de Süker, que apenas tuvo que acompañar al balón al fondo de la red.
Dicen quienes vieron aquel encuentro que la segunda mitad tuvo poca historia. En cuatro minutos Maradona había destrozado las esperanzas e ilusiones de la hinchada burgalesa que a buen seguro hoy recuerda el día que Diego Armando Maradona impartió una lección sobre el césped de El Plantío.
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