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Golovin golpea el balón en el partido ante Egipto. EFE
La dinastía de los 'dieces'

La dinastía de los 'dieces'

Golovin lidera a Rusia desde la mediapunta como antaño hicieron Mostovoi y Arshavin, viejos conocidos en España

Miguel Olmeda

Viernes, 29 de junio 2018, 19:10

Curiosa estirpe esa de los genios, difíciles de comprender en muchas ocasiones, su cabeza funciona diferente a la del resto. Para lo bueno y para lo malo. En el caso de los rusos esa compleja personalidad se complica a la enésima potencia: taciturnos, melancólicos, fúnebres... ... pero brillantes, también sobre un terreno de juego.

Desde la caída de la Unión Soviética y su fútbol mecanizado, industrial, matemático, Rusia no ha vuelto a asomarse entre los candidatos a ganar ningún gran título. Sin embargo, al cobijo de los Urales se ha perpetrado una dinastía, no de zares sino de 'dieces', que ha puesto al Kremlin en el mapa futbolístico mundial periódicamente. Primero fue Mostovoi, luego Arshavin y ahora Golovin.

Mostovoi, en un partido con el Celta. EFE
Imagen principal - Mostovoi, en un partido con el Celta.

El celtista al que ni le sonaba Vigo

Mostovoi pasó ocho años en Vigo y ahora se considera «un celtista más», aunque cuando llegó a Galicia sólo pensaba en hacer la maleta y volverse a la madre Rusia. Quién sabe cómo lograron convencerle para quedarse en aquel momento, pero valió la pena: 288 partidos y 72 goles después puede afirmarse que de sus botas nació el Celta que hoy mira a los ojos a cualquier equipo de España.

Arshavin, ante Xavi en 2008. Reuters
Imagen secundaria 1 - Arshavin, ante Xavi en 2008.

Cuando quiso, revolucionó Europa

Lo de Andrei Arshavin con el primer plano europeo fue amor a primera vista. Un flechazo en toda regla. Desconocido para la gran mayoría cuando no existía Twitter, el '10' del Zenit de San Petersburgo desembarcó en la Eurocopa 2008 como un elefante en una cacharrería. Acababa de liderar a su equipo a ganar la Copa de la UEFA y un runrún lo acompañaba. Reventó todas las expectativas.

Arshavin debutó en Austria en el último partido de fase de grupos y dejó su sello con el 2-0 definitivo que le daba el pase a Rusia contra Suecia. En cuartos esperaba Holanda, la selección que mejor fútbol había hecho durante la primera fase, y el genio de Leningrado dio una exhibición. Hizo y deshizo a su antojo con los defensas de la 'Oranje', asistió en el segundo gol ruso y marcó el tercero y último en la prórroga, entre las piernas de Van der Sar y tras sentar a Heitinga. Luego llegaron Xavi e Iniesta para borrarle la sonrisa en semifinales.

El Arsenal pagó una millonada por hacerse con sus servicios y Arshavin respondió con un póker al Liverpool que todavía recordarán Pepe Reina y Álvaro Arbeloa. Nunca más se supo del genio, que no se adaptó a Londres ni tuvo intención de ello, aunque su lección magistral ante Holanda será siempre historia de las Eurocopas.

Los grandes se lo rifan

Mostovoi era del Spartak, Arshavin del Zenit, y Aleksandr Golovin es canterano del CSKA de Moscú. Aunque su condición de estrella en el equipo del Ejército ruso tiene fecha de caducidad, porque tiene pinta de que este verano cambiará de aires a un equipo de primera fila europea. Ha estado muy cerca de la Juventus, también se le ha relacionado con el Barcelona, y ahora parece que el Chelsea de su compatriota Roman Abramovich (que en su día fue uno de los grandes accionistas del CSKA) está mejor colocado para ficharle.

De un físico liviano y, por supuesto, un frío semblante, Golovin forjó su talento para la conducción y el regate en las canchas de fútbol sala. Y es que en Siberia, donde nació y creció, hacía demasiado frío para jugar en la calle. Cherchesov le ha encontrado un sitio perfecto por detrás de Dzyuba, con libertad para moverse entre líneas y caer a banda, y desde ahí ya ha repartido dos asistencias en este Mundial. También marcó un golazo, de falta directa, en el debut contra Arabia Saudí. Igual que les ocurrió a Mostovoi y Arshavin en su día, España se cruza ahora en su camino.

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