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COLPISA/afp
Madrid
Viernes, 29 de junio 2018, 16:41
Era una de las grandes preocupaciones antes del Mundial y las autoridades rusas no ocultan su satisfacción: de los estadios a los centros de la ciudades, de los bares a las 'fan zones', los 'hooligans' han brillado por su ausencia en toda la ... primera fase del Mundial.
Todavía están muy frescas las imágenes de lo ocurrido en la Eurocopa de Francia 2016, cuando hinchas violentos, rusos e ingleses, protagonizaron una batalla campal en el centro de Marsella, disparando los temores ante lo que podría ocurrir en este Mundial.
En la prensa británica se escribieron artículos sobre esta cuestión antes de la competición y Moscú, que consideraba estos textos «propaganda antirusa», temía que las escenas de violencia se produjeran ahora en su propio suelo.
Sin embargo, la primera fase no se ha visto empañada por incidentes y la violencia no ha amargado la fiesta, con los hinchas en un ambiente generalmente de celebración y diversión.
Ha habido únicamente episodios puntuales, como cuando hinchas argentinos golpearon a un croata en el estadio de Nizhni Nóvgorod, pero fueron rápidamente identificados y expulsados de Rusia, mientras que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) fue condenada al pago de una multa.
Tres aficionados ingleses protagonizaron otro incidente al entonar cánticos antisemitas en un 'pub' de Volgogrado y varias mujeres periodistas de televisión sufrieron tocamientos y acoso mientras trabajaban.
Pero de manera global, Rusia ha conseguido hasta ahora que su Mundial no quede marcado por los 'hooligans', algo que la prensa del país celebra.
«La prensa británica habló de rusos que asustaban para dar miedo a sus aficionados antes del Mundial, hasta tal punto que la mayor parte de ellos decidieron quedarse en casa», ironizó un presentador de la cadena de televisión Pervy Kanal.
Según la cadena Vesti, la buena noticia de la ausencia de 'hooligans' es «probablemente difícil de escuchar para los políticos occidentales».
Los temores a batallas campales se habían rebajado en los meses anteriores al Mundial después de los testimonios de varios 'hooligans' que contaban los métodos del Kremlin para que la calma imperara durante el torneo.
Si bien la respuesta de las autoridades rusas fue ambigua después de los sucesos de 2016 en Marsella, pareciendo incluso defender a aficionados con problemas con la justicia, luego han adoptado una política de dureza contra los 'hooligans', la mayor parte de ellos viejos conocidos de la policía. Para ello no han dudado en utilizar medidas duras, desde la intimidación a las prohibiciones de acceso a los estadios.
Los servicios de seguridad de Rusia (FSB) propiciaron la detención de varios 'hooligans'. Otros fueron sometidos a interrogatorios y registros nocturnos en sus domicilios, tras los cuales se les habría planteado una opción: desaparecer durante el Mundial o arriesgarse a años de cárcel al primer paso en falso.
«Los hinchas rusos nunca han querido hacer nada durante el Mundial», explica el comentarista deportivo Alexei Durnovo, de la radio Eco de Moscú.
Según varios expertos en seguridad, el peligro vendría más bien de aficionados de otros equipos, especialmente de los que vienen de los Balcanes, sin olvidar a los ingleses. Los países nórdicos parecen también comenzar a tener problemas con los 'hooligans', aunque el fenómeno todavía no afecta a sus selecciones nacionales.
La calma en este Mundial-2018 parece dar la razón también al sistema de «Fan ID» (pasaporte de los aficionados, necesario para entrar a los estadios), una especie de acreditación sujeta a verificaciones de identidad.
Esa Fan ID sirve igualmente como visa para los extranjeros y permite el acceso gratuito a los transportes, con una fotografía y un pequeño chip con los datos personales.
«Hay pocas dudas con que el sistema de Fan ID ha cumplido su papel», afirma a la AFP Alexandre Golts, un analista independiente especializado en seguridad.
Queda por saber qué ocurrirá después del Mundial y si los 'hooligans' rusos volverán a ser protagonistas. Según Robert Ustian, un experto en la violencia en el fútbol, las autoridades podrían entonces relajar la presión sobre esos grupos y eso abre interrogantes.
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