El Mirandés despide la temporada con una 'manita' al descendido Fuenlabrada

Porque el encuentro comenzó de manera inmejorable para la escuadra rojilla, que en poco más de cinco minutos ya había sometido a su rival. Fue gracias a dos fogonazos surgidos de las botas del siempre inquieto y escurridizo Hassan. En la primera acción desequilibró por el perfil derecho y su centro al segundo palo lo remató con comodidad Íñigo Vicente al fondo de las mallas.

propio Hassan puso en juego un córner en corto y con la complicidad de García de Albéniz, que le devolvió rápido el esférico, pudo ganar la línea de fondo, remontarla y servir atrás, cerca del primer poste, para la llegada de Meseguer, encargado de definir la jugada. La acción, tras ser revisada por el VAR ante la situación dudosa de Hassan al recibir el pase, fue validada y el 2-0 subió al marcador. Las escaramuzas del jugador francés no cesaron y fue un incordio para la zaga de un Fuenlabrada que hasta el cuarto de hora se vio muy superado por un Mirandés voraz.

Se desperezó el cuadro azulón y provocó varias pérdidas de los pupilos de Joseba Etxeberria que pudieron costarle un disgusto al conjunto rojillo. Las incursiones de Iribas, que regresaba a Anduva y acabó lesionado, y Pedro León por la derecha y de David Amigo por la izquierda empezaron a sembrar inquietud en la zaga del Mirandés, que desbarató a tiempo un remate de Kanté.

El primer acto concluyó con un tanto de Sotillos anulado al Fuenlabrada por fuera de juego previo al centro tras la ejecución de un saque de esquina. El propio central del cuadro madrileño fue providencial para su equipo al evitar, en la primera acción destacada del segundo acto, un tanto de Camello a pase de Meseguer. Quien no perdonó fue Riquelme. Partió del costado izquierdo, combinó con Martín, y se hizo imparable para la zaga del conjunto madrileño antes de cruzar el cuero lejos del alcance de Morro.

Kanté redujo diferencias y el Mirandés, tras un nuevo aviso de Camello, logró el 4-1 en un remate de Hassan a pase de Riquelme. El propio jugador madrileño ejerció de asistente para su compañero Camello, encargado de completar la goleada con un remate a placer.

La parroquia que se dio cita en Anduva despidió a su equipo con una cerrada ovación después de una temporada en la que cumplió con creces el objetivo de la permanencia.