El Barça se deja ir en Valladolid

Dos trenes en dirección contraria. Eso es lo que se pudo ver en los primeros minutos de juego. En una vía estaba una locomotora desesperada por llegar a tiempo al trabajo, mientras que en la otra se hallaba un equipo que ya tiene puestos el bañador y las chanclas. Y es que el «saldremos a ganar» de Xavi para atajar la polémica suscitada en la Ciudad Condal quedó en agua de borrajas cuando en apenas un minuto Christensen hizo saltar de alegría a la parroquia vallisoletana y de ira a la españolista, muy pendiente de lo que hiciera el eterno rival ante uno de sus rivales directos. El zaguero danés cabeceó en su propia portería un centro lateral de forma inapelable, un remate digno de Urzaiz, Aduriz o el mismísimo Santillana.

Esa acción desgraciada era un presagio de la imagen que el Barça iba a dar en el comienzo del choque. El técnico egarense puso en liza un once en el que Pablo Torre fue la gran novedad en el 4-4-2 y en el que Sergi Roberto recuperó el lateral diestro y Raphinha y Lewandowski fueron los futbolistas más adelantados. Era a priori un once de garantías pero faltó tensión competitiva y eso lo aprovechó un Valladolid que ganó la parcela ancha y fue muy superior en las disputas. Con estos ingredientes el segundo golpe llegó por su propio peso. Fue en un penalti de Eric García sobre Gonzalo Plata que Larin aprovechó para firmar el segundo y castigar la apatía de los azulgranas, que equilibraron el encuentro hasta el descanso pero que se toparon con Masip, muy inspirado ante los remates de Pablo Torre, Raphinha y Christensen.

Tras el paso por vestuarios Xavi hizo una revolución paulatina dando entrada primero a Iñaki Peña y Kessié, y después a Ferran Torres y Dembélé, sustituto de Raphinha, que se despidió con mensaje para Vinicius. El brasileño portaba una camiseta interior en la que ponía «mientras el color de la piel sea más importante que el color de los ojos, habrá guerra. Estamos juntos Vini Jr». Fue lo más reseñable de un Barça que no mejoró con los cambios y siguió ofreciendo facilidades defensivas hasta el punto de recibir el tercer gol tras un pase a la espalda de los centrales que ganó Larin y ejecutó Gonzalo Plata para sentenciar el choque. Lewandowski recortó distancias a última hora, pero fue demasiado tarde. El Valladolid coge aire a costa del campeón… y también del Espanyol.