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¿Qué tiene que ocurrir para que el Real Madrid no gane la Liga?

¿Qué tiene que ocurrir para que el Real Madrid no gane la Liga?

Lunes, 27 de diciembre 2021, 13:07

El 9 de mayo de 2004 aconteció algo extraordinario: el Valencia ganó la Liga. Entonces no lo sabíamos, pero asistíamos a un fenómeno excepcional: sería la última vez que venció un equipo distinto al Real Madrid, el Barça o el Atleti. Estos tres clubes no ... solo acaparan los títulos, sino que se disputan la hegemonía entre sí. El último equipo que quedó segundo, al margen de los tres gigantes, fue el Villarreal, en la temporada 2007-08.

La distancia entre la santa trinidad de los clubs de la cúspide y el resto no ha hecho más que ampliarse. En los años 30 y 40, el Athletic de Bilbao ganó cuatro Ligas, por tan solo tres del Atlético de Madrid (entonces llamado Atlético Aviación), otras tantas del Barça y dos del Madrid. De hecho, en esas dos décadas los tres grandes no sumaron ni el 50% de los títulos ligueros: también saborearon la miel de la gloria el Valencia, el Sevilla y el Betis. Durante mucho tiempo, el campeonato estaba razonablemente abierto. A principios de los 80, y durante cuatro años consecutivos, se coronaron la Real Sociedad y el Athletic, algo impensable hoy en día.

La razón principal por la que los tres clubs más importantes acumulan títulos es archiconocida: tienen los presupuestos más altos. Las diferencias han aumentado principalmente por los derechos televisivos: Madrid y Barça, los clubs con más audiencia, se llevan la mitad de los ingresos. Además, los equipos que juegan la Champions reciben más dinero. Finalmente, solo algunos clubs se han globalizado: venden merchandising en todo el mundo, seducen a los mejores patrocinadores y pueden colocar su marca en los mercados más jugosos, China o Catar.

Hay quien piensa que, con tal desigualdad económica, la competitividad se resiente: ganan siempre los mismos. Sin embargo, como la Navidad es un tiempo de esperanza, quiero ver la botella medio llena. Hacía años que entre los cuatro primeros clasificados al final de la primera vuelta solo se encontraba uno de los tres de siempre. El Madrid tiene más del 70% de posibilidades de cantar el alirón. Tomando como referencia los últimos 25 campeonatos, ese es el porcentaje de los que acabaron levantando el trofeo cuando también lideraban la clasificación en invierno. Evidentemente, los madridistas, que constituyen aproximadamente el 38% de los aficionados al fútbol de este país, se alegrarán. Pero no los seguidores de los equipos pequeños, que soñarán estos días festivos con que no siempre los poderosos son los elegidos.

Porque la Navidad encierra una teología de la pobreza: el hijo de Dios eligió nacer en un humilde establo, no en un palacio; y se unió a los pescadores, no a los fariseos. Por eso en estas fechas se repiten costumbres que alientan una simbólica igualación entre ricos y pobres: los que más tienen habrían de redistribuir su riqueza con aguinaldos. Que ningún niño se quede sin regalo, que nadie —por pobre que sea— deje de disfrutar de un banquete, que el Año Nuevo reparta suerte precisamente entre los que peor lo han pasado el año anterior, son todas prácticas e ideas de un tiempo extraordinario que espolea la esperanza de una inversión del orden establecido.

En Roma, se levantaba la prohibición de los juegos de azar durante las Saturnales. Nosotros preferimos la lotería. Pero en ambos casos, lo que anima el juego es la perspectiva de que un golpe de fortuna cambie por completo la vida del común mortal. En muchas culturas, el aniversario del nacimiento de una divinidad (sea el dios Sol o Cristo) se considera propicio para que ocurran cosas excepcionales, casi milagrosas, dado que el natalicio rememora un tiempo mítico, increíble y utópico.

La estadística y el sentido común dice que no nos tocará la lotería, pero aun así jugamos, porque nos resistimos a que, al menos una vez al año, no nos embriague la ilusión. También en el fútbol, donde por primera vez, en mucho tiempo, a pesar de las estadísticas y la desigual riqueza, muchos empezarán el año esperanzados en que el 2022 depare alguna sorpresa, que nos permita concebir que, en la vida, como en el fútbol, no siempre los ricos y poderosos escriben la historia. ¿Qué tiene que ocurrir para que el Madrid no gane la Liga? Un milagro. Pero, ¿quién no cree en milagros en estas fechas?

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