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El 12 de septiembre de 2020 se puso en marcha la Liga Santander 2020-21. Con los ecos del final de temporada más extraño de la historia, el de la campaña 2019-20, que llegó en pleno verano y a marchas forzadas después del ... parón de tres meses por la covid-19, el balón volvió a rodar en los estadios del fútbol español sin apenas pretemporada y con un calendario comprimido al máximo posible para llegar a tiempo a la Eurocopa, aplazada a 2021.
Con las gradas vacías, cinco sustituciones, un maratón de jornadas intersemanales y apenas pretemporada, el campeonato ya se aventuraba extraño, pisando en terreno desconocido. Han pasado más de ocho meses y el balance de la Liga es muy difícil de analizar. El Atlético campeón comenzó como un tiro, hizo una primera vuelta de matrícula de honor, con 48 de 57 puntos posibles; y cuando el título parecía una cuestión de tiempo, pues superaba en once puntos a Real Madrid y Barça ya superado el ecuador del campeonato, se cayó con todo, víctima de una oleada de casos de covid en la plantilla y de las lesiones.
Tampoco se puede decir que el resto de los equipos que han acabado peleando por el campeonato, los esperados, hayan exhibido una cierta regularidad. Si acaso el Sevilla, un motor diésel desde esa cuarta posición que parece su lugar natural en la Liga pero que ha sido capaz de llegar en el grupo de cabeza al tramo final aunque sin la explosividad necesaria para dar el golpe definitivo.
Y es que bajo estas condiciones tan especiales resulta más que complicado mantener una línea estable. Si el equipo de Simeone se complicó una Liga encarrilada en la segunda vuelta, el Barça siguió la dinámica opuesta. No comenzó nada mal para la situación en la que se presentó a la batalla, con Messi pidiendo la salida por burofax, pesos pesados como Luis Suárez abandonando el club por la puerta de atrás y un puñado de jóvenes sin hacer para tratar de pelear por todo.
Fue un inicio destacable, pero de mecha muy corta. Cedió el conjunto de Koeman el liderato en la séptima jornada y se hundió en todos los frentes hasta alcanzar una situación prácticamente límite a comienzos de 2021. Adiós a la Champions ante el París Saint-Germain con goleada incluida en el Camp Nou (1-4), derrota en la final de la Supercopa frente al Athletic, contra las cuerdas en la Copa del Rey, la vía más corta hacia un título, después del 2-0 frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y a once puntos del Atlético, el líder de la Liga, una distancia prácticamente insuperable. Todo apuntaba al KO, pero el conjunto azulgrana se rehizo para conquistar el título de Copa en Sevilla y llegar incluso a asaltar el liderato a falta de seis jornadas, aunque se tratase de forma virtual, ya que el baile de jornadas aplazadas hizo que la clasificación real difiriese de la tabla definitiva a posteriori, con la totalidad de los partidos disputados y siguiendo el orden normal de jornadas.
Sin embargo, y como aquel que nada y nada pero se queda sin fuerzas justo cuando ya vislumbra la orilla, al Barça el liderato virtual le duró un suspiro, hasta la sorpresiva derrota contra el Granada en el Camp Nou, un duelo que parecía un trámite y que terminó por ser decisivo, pues desde entonces los hombres de Koeman se desinflaron y acabaron en el tercer escalón del podio.
Si el Atlético y el Barça fueron de más a menos y de menos a más pero con un final decepcionante, lo del Real Madrid es aún más complejo, pues el equipo de Zidane condensa en su trayectoria esta temporada subidas y bajadas, momentos con el francés en la cuerda floja y otras como el entrenador ideal para el club. Semanas en las que pintaba a campaña sin títulos y otras en las que hasta el doblete Champions-Liga parecía al alcance de la mano. Cosas de una institución acostumbrada al éxito y por ello tan incapaz de soportar la ausencia de triunfos como dispuesta a creer en ellos cuando parecen casi imposibles.
El inicio blanco en esta Liga fue mejor en cuanto a resultados que en cuanto a sensaciones. Después de una inesperada derrota ante el acorazado Cádiz de Cervera en el Di Stéfano, el Madrid fue incluso líder del campeonato después de su victoria en el primer clásico de la temporada (1-3), disputado en el Camp Nou en la séptima jornada. No le duró demasiado la cabeza de la tabla al conjunto de Chamartín, tan capaz de imponerse al eterno rival en la Ciudad Condal como ceder de nuevo el Di Stéfano frente a un equipo de la parte baja de la tabla como el Alavés (1-2) o salir goleado de Mestalla (4-1) en la peor campaña del Valencia en muchos años.
Todo lo que el Madrid se iba dejando en partidos a priori asequibles lo iba recuperando en los marcados en rojo en el calendario. Primer derbi madrileño del curso y los pupilos de Zidane cortando la racha de imbatibilidad del Atlético (2-0). Pese a todo, a distancias generalmente de más de seis puntos respecto a los colchoneros, el defensor del título llegó a una situación límite a comienzos de año, cuando el primer puesto se divisaba a una distancia superior a la decena de puntos, una barrera psicológica.
El conjunto blanco rozó el KO técnico en el Metropolitano, pero Benzema rescató a los suyos con un tanto 'in extremis'. A trancas y barrancas y rozando la extenuación física por el aluvión de bajas, el Madrid se plantó en semifinales de la Champions y con todas las posibilidades de retener la Liga después de llevarse otro duelo decisivo, el clásico del Di Stéfano (2-1). Ya sin fuerzas, falló el tiro cuando tenía el liderato a mano, en la jornada 36 ante el Sevilla, después de la igualada sin goles entre Barça y Atlético.
Precisamente el Sevilla de Lopetegui acabó repitiendo el cuarto puesto, a priori su lugar natural por potencial económico y plantilla, pero lo hizo estando casi hasta el final en la pelea por el título de Liga. La derrota contra el Athletic en el Pizjuán en la jornada 35 le impidió llegar en plenas condiciones de luchar por todo hasta el último día, pero su rendimiento ha sido el más regular de entre los gigantes del campeonato.
Una carrera de obstáculos. Es el concepto más adecuado para lo que ha supuesto esta Liga. Más que una exhibición de potencia, la clave del campeonato ha estado en el fondo, en la resistencia a la adversidad. Y es que en esta campaña liguera atípica, marcada por un comienzo muy tardío, casi a mediados de septiembre, ha resultado relativamente habitual ver equipos con hasta casi una decena de bajas. De hecho, muchos de los momentos de forma de los diferentes candidatos al título han llegado marcados por un aluvión de bajas, en bastantes casos producidas por la covid-19.
El Atlético caminaba a ritmo de récord hasta que comenzaron a aparecer los casos de coronavirus en su plantilla, cuyas consecuencias una vez superada la enfermedad que provoca pudieron comprobarse en el caso de Moussa Dembélé, un fichaje de invierno que no pudo mostrar todo su potencial después de sufrir un desmayo en un entrenamiento fruto de las secuelas del virus. También al Madrid le pesaron las bajas, relacionadas en muchos casos con la covid, y el Barça acusó la falta de gasolina en un gris final.
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