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Daniel Panero
Viernes, 24 de mayo 2024, 18:33
Hansi Flick es el elegido por el Barcelona. La próxima semana se hará oficial su fichaje y con él llegará su metodología, su fútbol, su carácter afable y su admiración por una de las más grandes leyendas del barcelonismo. El que será nuevo inquilino del banquillo azulgrana lleva meses preparando su desembarco en la Ciudad Condal y el pasado mes de marzo dio un paso más viajando hasta Mánchester para estudiar la filosofía de Pep Guardiola y la manera de implantar nuevos mecanismos en el Barça. Así es Flick, un obseso con su puesto de trabajo.
Y es que desde que Xavi dijo en enero aquello de «me voy, el club necesita un cambio de dinámica», Flick empezó a valorar seriamente la posibilidad de dirigir al Barça. Joan Laporta quedó prendado de su fútbol con el famoso 2-8 que el Bayern de Múnich le endosó a los azulgranas en Champions en 2020 y por eso fue el primer técnico en el que pensó cuando se avecinaba un cambio de rumbo en el banquillo. Flick recibió la llamada de buen agrado y desde entonces ha estado preparando el camino para desembarcar en un club que encaja como un guante en su manera de ver el fútbol.
Flick comparte algunas de las señas de identidad de Xavi. Al igual que el catalán, es un enamorado de la presión en campo contrario, la posesión de la pelota y las superioridades numéricas, pero él lo ha logrado siempre a partir de un 4-2-3-1. Así conquistó el sextete con el Bayern gracias a un equipo que asfixiaba a sus rivales y acumulaba muchos jugadores en la parcela ancha, uno de los puntos débiles del Barça esta temporada. Flick es, además, un técnico que insiste en la preparación física, un aspecto que considera clave para que los jugadores puedan sostener el ritmo elevado que sus planteamientos tácticos exigen.
Si Xavi era inflexible en su idea de juego, todo lo contrario ocurre con Flick. El alemán es un entrenador al que no le importa buscar diferentes variantes durante el partido que permitan al equipo atacar defensas pobladas o incluso golpear al contraataque. Su versatilidad hizo que en el Bayern pudieran brillar futbolistas de estilos opuestos como Coutinho o Thiago por un lado y Goretzka, Tolisso o Perisic por otro. Todos tenían sitio en el plan de un entrenador que en los dos años que estuvo al frente del gigante de Baviera conquistó dos Bundesligas, una Liga de Campeones, una Copa de Alemania, una Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Alemania, un bagaje digno del mejor Pep Guardiola.
La sala de prensa ha sido el gran quebradero de cabeza de Xavi en su etapa en el Barcelona. Lo ha sido por sus enfrentamientos con los medios de comunicación, por la viralidad de sus mensajes y por ser su tumba cuando Laporta decidió que había llegado demasiado lejos. Flick es, en este sentido, un técnico mucho más comedido. En Alemania, al frente del Bayern o de la selección, fue un entrenador muy cercano a los periodistas que cubrían la información de sus equipos. Siempre ha buscado que el entorno fuera bueno y que el clima sea el ideal para que no haya distracciones de ningún tipo. Eso no quiere decir que sea un técnico al que le tiemble la mano a la hora de tomar decisiones. En Múnich tuvo discusiones con Hasan Salihamidžić, director deportivo, por la política de fichajes y a buen seguro que buscará tener voz en la llegada de nuevos futbolistas.
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