Miguel Olmeda
Martes, 17 de julio 2018
Santi Cazorla no olvidará este martes 17 de julio de 2018. Para un futbolista que ha ganado dos Eurocopas con la selección española -se quedó fuera del Mundial de Sudáfrica-, un amistoso de pretemporada ante el Hércules podría tratarse de un día más en la ... oficina. No para el asturiano, que llevaba 21 meses sin sentarse en su despacho en el centro del campo. 636 días sin sentir el contacto de la pelota que tantas veces había domado. La culpa, de las lesiones.
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Porque igual que recordará este Villarreal-Hércules disputado en la Ciudad Deportiva del conjunto de La Plana, maldecirá el 19 de octubre de 2016. Aquel día el escenario era bien distinto. Más glamuroso. Lleno de confeti. Era la Champions en el imponente y moderno Emirates Stadium, hogar del Arsenal que el centrocampista comandaba, y allí les visitaba el Ludogorets búlgaro.
De aquel 6-0 la noticia no fue el resultado, más propio del tenis que del fútbol, sino la lesión de Cazorla, que se retiraba cojeando con molestias en el tendón de Aquiles. No volvería a ser el mismo, ni siquiera a vestirse de corto con la camiseta 'gunner'.
Pasó por el quirófano hasta en ocho ocasiones y en una de ellas cogió bacterias. Se le infectó el hueso... Y la cicatriz no cerraba. Tocó realizarse un injerto de piel: lo que antes era un tatuaje en su antebrazo ahora le cubría el Aquiles. Heridas de guerra que le empujaron a no tirar la toalla.
La recuperación fue lenta y sin ninguna garantía, pero Cazorla se mantuvo firme. Quería volver, aunque sólo fuera una vez, y ha vuelto. En el Villarreal de sus amores. El equipo que le catapultó al estrellato y a la selección, donde nunca desentonó junto a Xavi, Iniesta y compañía.
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El pasado mes de mayo, el conjunto castellonense anunciaba el regreso de Cazorla para continuar con su rehabilitación. No se habló de un posible fichaje, porque en ese momento su futuro era una incógnita. Mejor no someter a presiones a ese tendón maltrecho. Unas semanas más tarde, ya con sensaciones en la dirección correcta, club y futbolista alcanzaron a un acuerdo. En casa, Cazorla recuperaba tranquilo, se volvía a ver sobre el césped más pronto que tarde.
A la primera oportunidad, porque el Villarreal 2018/19 acaba de echar a andar, regresó el Cazorla futbolista. Era el debut de pretemporada y él se sentaba en el banquillo, esperando su momento. El entrenador Javier Calleja, que coincidió en el vestuario con el asturiano cuando éste empezaba a asomar la cabeza en el primer equipo amarillo, le llamó a filas mediada la segunda parte. El canterano Ramiro Guerra para fuera, Cazorla para dentro. El encuentro finalizó 1-1 pero quien ganó fue el fútbol, con uno de los suyos al fin recuperado.
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