P. RÍOS
BARCELONA
Domingo, 3 de noviembre 2019, 12:48
Pues sí. Ter Stegen tenía razón. Los jugadores del Barcelona tienen que hablar entre ellos para encontrar una solución a un problema que se repite ya demasiado. Los técnicos tienen que reflexionar también sobre lo que está ocurriendo. Tres derrotas a domicilio en la ... Liga son más que un aviso por mucho que el equipo siga de milagro por delante de Real Madrid y Atlético. En Praga quedó claro que un conjunto modesto pero aguerrido podía encerrar en su área a un aspirante a todos los títulos. Los de Ernesto Valverde ganaron 1-2 aquel día porque el Slavia no es el Liverpool. Tampoco el Levante tiene la definición del campeón de Europa, pero con seis minutos de inspiración se bastó para remontar un gol de penalti de Messi y ganar 3-1.
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El Barça sigue viviendo en la pesadilla de Anfield, atropellado y sin respuesta cuando el rival aprieta con más intensidad, como en Bilbao (1-0), Pamplona (2-2) y Granada (2-0). Si no mejora su rendimiento a domicilio, no ganará nada. Así de claro porque de Dortmund (0-0) y Praga (1-2) salió vivo de forma inmerecida en Europa.
Pasó desapercibida, pero una frase de Sergio Busquets en el análisis posterior a la derrota en el Ciutat de València debería hacer daño. «Estaban mejor colocados», comentó en un mensaje que lleva directamente a la pizarra de Valverde. Ya no sólo es la actitud. La táctica también se cuestiona.
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JESÚS BALLESTEROS
colpisa / afp
Lo mejor para el Barça es que no tiene tiempo para lamentarse. En dos días puede despejar la amenaza de crisis porque el martes recibe al Slavia de Praga en el Camp Nou y una victoria convincente permitiría mirar hacia otro lado una vez más. No estará Luis Suárez, que se lesionó con un percance muscular en el sóleo que no parece grave. Griezmann podrá jugar de delantero centro y dejar la banda a Ansu Fati o Dembélé, si Valverde le levanta el castigo.
Pero ni Valverde ni los jugadores pueden aplazar más la búsqueda de una solución real a lo que está pasando porque ya no es un mal día, es una tendencia que necesita medidas drásticas ya sea a nivel de cambio de sistema o de sustitución de jugadores importantes. En Valencia los palos se los llevó Piqué, quien parece que va en serio con aquello de que piensa en el tenis 24 horas al día. Nadie debería ser intocable en el Barça.
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