P. RÍOS
BARCELONA
Sábado, 5 de mayo 2018, 00:04
Se acerca el clásico más intrascendente de los últimos años en lo referente a los puntos en juego, un escenario ideal para que Barça y Madrid disimulen mirando para otro lado como si el partido del domingo en el Camp Nou fuese más una molestia ... que un espectáculo de primer orden. Se trata de presumir en las horas previas de a ver quién se juega menos para demostrar así que su temporada ha sido la buena. Es un juego de mentiras porque un clásico es un clásico y siempre hay alicientes y emociones fuertes. Los aficionados no permitirían la desgana. Y menos un resultado contundente en contra producto de un exceso de apatía. Cuando comience el partido, será otra cosa. Pero, de momento, la cosa va de farol.
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El Barça se ha metido a tope en ese papel de 'pasota' a la vieja usanza con la coartada de un doblete que ya ha celebrado tres veces en una semana. El domingo, en Riazor tras el 2-4 al Deportivo; el lunes, con una rúa por las calles de Barcelona en la que corrió la cerveza de forma abundante; y el jueves, con una cena privada con las parejas y permiso para vivir la noche como demostró el hecho de que Valverde retrasara el entrenamiento de este viernes de la mañana a la tarde. Tres días de descanso antes de un clásico (lunes, martes y miércoles) parecen una invitación a la desconexión. De hecho, tras la final de Copa fueron cuatro días de fiesta antes de un encuentro ante el Deportivo, que fue mejor en bastantes fases del choque. En total, una semana sin entrenamientos desde el 0-5 del Wanda al Sevilla.
Se transmite la sensación de que la temporada del Barça ya se ha acabado, aunque el aliciente de ganar el clásico y de intentar acabar invicto la Liga debería conectar de nuevo a los de Valverde, quienes, además, quieren ayudar a Messi a conquistar su quinto Pichichi y Bota de Oro. Por no hablar del homenaje a Iniesta en su primer partido en el Camp Nou tras anunciar su adiós a final de temporada. Sería imperdonable no brindar espectáculo en honor al mago de Fuentealbilla.
Y en el Madrid, algo parecido. Una vez quedó claro que el pasillo al campeón de Liga brillará por su ausencia y con el sufrido pase a la final de la Liga de Campeones en el bolsillo se venden rotaciones, lesionados y mentalidad en cualquier parte menos en el clásico, pero a Zidane y a sus jugadores no les gustaría perder los dos clásicos ligueros. Sería su forma de decir que no han ganado la Liga porque no han querido de la misma forma que de ganar el Barça sería como recordar que suerte que no se los encontrarán en Kiev por culpa de un mal rato en Roma. Los dos disimulan, pero un clásico es un clásico, que nadie lo olvide.
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