P. RÍOS
BARCELONA
Miércoles, 19 de febrero 2020, 17:42
En otras circunstancias hubiera sido la tapadera perfecta: el anuncio del fichaje de un delantero en un momento de crisis institucional. La historia del FC Barcelona está llena de momentos así. Pero la llegada de Martin Braithwaite no tiene el impacto necesario como para ... que la opinión pública se olvide de la trama de las cuentas intoxicadoras en las redes sociales pagadas por el club. Es más, la contratación del danés del Leganés por 18 millones de euros a mediados de febrero todavía deja más en evidencia a un club que estaba más pendiente de su imagen y de la de sus competidores por el poder en la entidad que de la planificación deportiva.
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El club azulgrana ha tenido que hacerse a la carrera con los servicios de un jugador que nunca entró en los planes y por un elevado precio, el de su cláusula de rescisión, debido a que Luis Suárez no tenía sustituto desde agosto, pese a que la fragilidad de su rodilla era conocida, y porque, en un alarde injusticado de optimismo, todos, y Quique Setién el primero, pensaron que Dembélé iba a volver «como una moto» tras su última lesión. Esta vez ni arrancó. Sus seis meses de baja permitieron fichar fuera de un mercado de invierno en el que incluso se empujó al canterano Carles Pérez a irse a la Roma en otra decisión inexplicable.
Con sólo tres delanteros en la plantilla de un todopoderoso FC Barcelona, algo increíble en un equipo que suele jugar con tres arriba, Messi, Griezmann y Ansu Fati con sólo 17 años, Quique Setién pidió un atacante «versátil». La Federación y LaLiga dieron el visto bueno, pero respetando el reglamento: sólo un jugador en paro o uno en activo de un club de Primera o Segunda. Tras marear a media Liga con los nombres de Rodrigo (Valencia), Ángel (Getafe), Willian José (Real Sociedad), Loren (Betis), Lucas Pérez (Alavés), Budimir (Mallorca), Stuani (Girona) o Luis Suárez (Zaragoza), por lo menos hay que reconocer que sorprendieron con Braithwaite, internacional danés de 28 años.
No tiene un perfil de crack, pero sí es competitivo y tiene un pasado no muy lejano de cierto brillo en Francia e Inglaterra. Con el Leganés se especializó en marcar a los grandes. Con Ali Dursun, el mismo representante de Frenkie de Jong, todo fue más fácil. En principio firmará por tres años y este jueves ya podría ser presentado. El problema es para el Leganés, que en pocos días se ha quedado sin sus dos estrellas en plena lucha por la permanencia: En-Nesyri (Sevilla) y Braithwaite (Barça). Han pedido a la Federación y a LaLiga que le dejen fichar. Lógico.
El recién llegado, que no podrá jugar la Liga de Campeones al no estar inscrito, se va a encontrar a un club que en lo deportivo mantiene intactas sus aspiraciones a conquistar Liga y Liga de Campeones, pero que institucionalmente hace aguas. El martes, horas después de que Josep Maria Bartomeu diera explicaciones a la plantilla a través de los capitanes (Piqué y Messi eran dos de los destinatarios de esos mensajes difamatorios), Piqué llamó «marioneta» en Twitter a un periodista que defendía la gestión del presidente.
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Este miércoles hubo reunión del propio Bartomeu con los vicepresidentes y el CEO. Y el viernes tendrá lugar una cumbre de la junta directiva con el nombre de Jaume Masferrer sobre la mesa. Es el director del área de Presidencia, la mano derecha del presidente y el hombre que firmó con I3Ventures, la empresa de los líos. Se intuye un despido, aunque a Bartomeu le costará tomar esa decisión. Es su mano derecha. La polémica no se ha acabado.
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