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Doce meses dan para mucho en el fútbol, un deporte en el que en apenas semanas se pasa de héroe a villano y en el que en un año se pueden atravesar todos los estados de ánimo posibles. En esa montaña rusa de sensaciones ha ... vivido el Atlético en 2021. Para la historia colchonera quedará el undécimo título de Liga en la historia del club, primero en siete años, un alirón fraguado sobre todo en la primera parte del curso 2020-21, la correspondiente a los últimos meses de 2020.
Hasta medio centenar de puntos acumuló el conjunto rojiblanco en sus 19 primeros partidos, un botín casi de récord. Ya en este año que toca a su fin el conjunto de Simeone fue desperdiciando esa sustanciosa ventaja, que llegó a ser de once puntos respecto a Real Madrid y Barcelona, para acabar amarrando el triunfo en un final de infarto. Los tantos de Lodi y Luis Suárez para remontar el de Budimir en el tramo final del penúltimo partido, contra Osasuna, y las dianas de Correa y de nuevo Suárez para darle la vuelta al gol inicial de Plano en Valladolid ya forman parte de la memoria atlética. Al más puro estilo sufrido que tanto ha caracterizado la historia del club. En Champions, el Chelsea de un recién llegado Tuchel cercenó sin piedad las ilusiones colchoneras en esa máxima competición continental que se le sigue resistiendo como una maldición.
Peor han ido las cosas en esta campaña 2021-22, en la que la defensa del título ya parece un imposible. El Atlético llegó a la jornada 18 con los peores números de la era Simeone, más allá de su primera temporada, cuando muy cercano a estas fechas navideñas recogió a un equipo seriamente herido. Quinto en la tabla, a 17 puntos del Madrid líder aunque con un partido menos. 29 puntos y 22 goles encajados, una sangría casi insólita para un equipo del Cholo. En Champions cumplió metiéndose en octavos de final, aunque lo hizo de forma agónica, ganando en Milán y Oporto pero con solo un punto en sus tres partidos en el Metropolitano. Por todo ello se puede decir que son tiempos difíciles para el técnico argentino, un giro de guion inesperado apenas siete meses después de tocar la gloria.
Hubo un tiempo, entre 1996 y 2014, en el que para un grande como el Atlético la empresa de ser campeón de Liga se acabó convirtiendo en un quimera. Ese recuerdo todavía pervive en una parte de la afición atlética, ya curtida en unas cuantas batallas. Por ahí se explica el cerrado apoyo del que todavía goza Simeone entre el hincha colchonero, consciente del salto cualitativo en esta última década. En el club lo saben y la autoridad del entrenador no se discute a pesar de las dificultades.
La necesaria mejoría en 2022, al menos para asegurar la presencia en Champions por novena campaña consecutiva, ha de pasar por un incremento del rendimiento defensivo, ese en el que el Atlético rozaba el sobresaliente campaña sí y campaña también hasta hace muy poco tiempo. Quizás la clave resida en parte en la recuperación de efectivos fundamentales en la zaga como Giménez y Savic, a los que Felipe y Hermoso no parecen sustituir con garantías. El sistema de tres centrales y carrileros se ha resentido con la obligación de situar a Kondogbia en el eje de la defensa, ciertas lagunas en la izquierda con el perfil muy ofensivo de Carrasco y más dudas en el lateral derecho, una posición en la que Trippier cerca de la salida y Vrsaljko sin continuidad alguna.
Otro debe se centra en el estado de forma de Luis Suárez, pilar del campeonato de Liga 2020-21 con 21 goles en 32 partidos. Este curso el uruguayo está en siete en 18 encuentros de Liga y uno en seis de Champions, pero acumula ocho duelos consecutivos sin ver puerta y un solo tanto en los últimos doce. Protagonizó además un encontronazo con Simeone tras ser sustituido a la hora de juego contra el Sevilla en el Pizjuán, por lo que el preparador argentino ha de lidiar con el fuerte carácter del charrúa para recuperar su mejor nivel. Los brotes verdes de Joao Félix en los últimos partidos del año y el regreso de hombres importantes como Griezmann o Marcos Llorente invitan a pensar en una tendencia al alza en 2022. La defensa de la Liga está ya muy cuesta arriba, pero se mantiene la ilusión de la Champions, la inminente Supercopa y esa Copa del Rey que en los últimos años le ha dado al Atlético más disgustos que alegrías.
A las dos décadas en la elite del Villarreal de Fernando Roig solo les faltaba la guinda de un título. El buen hacer en el 'submarino amarillo' en los últimos años se había visto recompensado con hitos como un subcampeonato de Liga en 2008 o unas semifinales de Champions en 2006, pero faltaba un trofeo que le diese lustre a sus vitrinas.
Esa ansiada deuda se saldó en 2021, con una Europa League que parecía destinada al Manchester United desde el momento en el que los 'diablos rojos' cayeron a la segunda competición continental desde el grupo de la muerte de la Champions, que compartían con el Paris Saint-Germain y el Leipzig. Al conjunto de Solskjaer, verdugo de la Real Sociedad en dieciseisavos y del Granada en cuartos, se encontró el Villarreal en la final de Gdansk, en la que se plantó tras dejar en el camino a Salzburgo, Dinamo de Kiev, Dinamo de Zagreb y Arsenal, un adversario con cuentas pendientes desde la semifinal de la Liga de Campeones en 2006.
Los goles de Gerard Moreno y Cavani dieron paso a una infructuosa prórroga y a una tanda de penaltis épica, que ya forma parte de la historia del fútbol. Hasta 20 disparos desde los once metros sin fallo hasta que en el particular duelo entre los porteros Rulli acertó y De Gea erró para rubricar el agónico triunfo amarillo. Apenas dos meses y medio después los lanzamientos desde el punto fatídico le volvieron la cara al Villarreal, esta vez ante el Chelsea, un vencedor de la Champions tan inesperado en la primera parte del curso como sólido en la fase decisiva, ya en 2021.
Los 'blues' fueron otros desde la llegada del alemán Thomas Tuchel al banquillo de Stamford Bridge en sustitución de Frank Lampard. Impulsados por los Kanté, Jorginho, Azpilicueta y compañía, volaron en la fase eliminatoria ante el Atlético, el Oporto y el Real Madrid, al que alejaron de la pelea definitiva por el que hubiera sido el cuarto trofeo de Zidane en el banquillo blanco. Fue antes de superar al Manchester City de Pep Guardiola en la gran final de Oporto, que ya contó con un porcentaje de público en las gradas, en un adelanto de lo que la temporada 2021-22 ha traído de vuelta, con el colorido y la ambientación propios de los aficionados.
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