Aduriz anuncia su inmediata retirada del fútbol

Hace un par de años que Aduriz batalla con su cuerpo y sus sensaciones, lógicas y contradictorias a la vez. Su cabeza le decía que seguía afilado como siempre y su organismo le mandaba señales de calma, de bajar las revoluciones. No quería ni sabía hacerlo, porque entiende el fútbol como un juego de límites. Él siempre ha competido al máximo, sin reservas, llevando su entrega y hambre de gol al extremo, donde llegan muy pocos, solo los elegidos. Es consciente de que su tiempo en los campos se acaba y por eso fijó su retirada para este mes de junio, aunque ha tenido que adelantarla e incluso renunciar a su sueño de la final de la Copa. «Desgraciadamente mi cuerpo ha dicho basta. No puedo ayudar a mis compañeros como me gustaría y como se merecen. Así es también la vida de un deportista profesional. Simple, muy simple. Desgraciadamente estamos viviendo situaciones mucho más graves y dolorosas; la pandemia que aún sufrimos nos ha dejado daños irreparables y tenemos que seguir combatiéndola entre todas y todos. Por lo tanto, no os preocupéis por mí, esto es solo una anécdota», detalla.

Quería seguir en activo, apurar hasta el último segundo su presencia en el terreno de juego, pero la cadera le ha dicho que su tiempo se ha acabado. Ya no queda arena en el reloj. «Olvidémonos de los finales soñados, porque ya tendremos tiempo de despedirnos. Y sí, ha llegado la hora del adiós y así se acaba para mí este camino, inolvidable y maravilloso de principio a fin», remataba su carta el genial punta donostiarra.

Aduriz ha participado en 14 partidos de esta Liga para un puñado de 202 minutos. Unas migajas para un gigante, que incluso en el ocaso de su carrera regaló un gol memorable en la primera jornada frente al Barça. «Los años le han dado esa tranquilidad de congelar del tiempo y definir bien donde la mayoría solo piensa en rematar cuanto antes y a donde sea», le definió Andoni Iraola. Evidentemente, su protagonismo ha bajado pero su figura dentro y fuera del vestuario es aplaudida y respetada. Muchos pensaron que iba a decir adiós la pasada campaña, pero decidió apretar los dientes y echar una mano en un curso en la que sus compañeros le quieren regalar el título de Copa. Sería una manera magnífica de despedir a un hombre que ya es historia. El punta habló con su familia, consigo mismo, y optó por seguir. Lo ha intentado, aunque ha tenido que decir adiós antes de lo que le hubiera gustado.

Aduriz llegó a Lezama en 2000. Tenía 19 años. Tras el Antiguoko y el Aurrera de Vitoria, el guipuzcoano se vistió de rojo y blanco. Le encantan esos colores. Son suyos y definen su vida, que le ha llevado por otros caminos y obligado a defender escudos de otros clubes hasta que finalmente regresó al punto de partida, donde el fútbol y su carrera comenzaron en serio. Debutó el 11 de septiembre de 2002 en un partido de Copa contra el Amurrio, con Jupp Heynckes en el banquillo. Empezaba a escribir su historia rojiblanca, que retomaría de forma definitiva en 2012. Antes tuvo que salir rumbo al Burgos y el Valladolid, regresar y marcharse de nuevo al Mallorca. Él no quiso, pero Ibaigane le vendió para cuadrar las cuentas y ajustar el presupuesto. Dio el salto al Valencia y volvió de la mano de Josu Urrutia. Se quedó para siempre y mutó en goleador letal.

Porque Aduriz tiró la puerta abajo una vez superada la treintena. Hasta entonces era bueno, un gran futbolista, pero cuando regresó al Athletic en 2012 hizo click y se transformó en un «killer». En estos momentos es el sexto goleador histórico del equipo con 172 dianas, a solo siete del quinto, Iraragorri. Pues bien, 149 de ellas han llegado en su última y actual etapa como rojiblanco. No paraba de perforar porterías rivales con una facilidad asombrosa y con esos saltos imposibles en los que parecía que se detenía en el aire, observaba la vida bajo sus pies y tiraba de forma impecable. «Rematando de cabeza es de lo mejor que he visto en mi vida», le halagó en su momento Juan Mata. Él es feliz ahí arriba, en las nubes, donde nadie puede estar a su altura. «Me siento en paz conmigo mismo. Voy a dejar el fútbol y hacerlo en el Athletic me hace especial ilusión», dijo el día en que anunció su adiós tras un entrenamiento en Lezama. Ahora ha llegado el momento, y lo ha elegido él. Como la vida que ha llevado.