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Hugo Lloris siempre mantiene la calma. Sabe que el rendimiento físico depende mucho de la mente, algo que aprendió en su etapa de tenista. ««La clave no creo que sea el aspecto táctico, no pienso que tenga tanta importancia en la final. Para nosotros lo ... importante es llegar con la energía adecuada y disfrutar del encuentro, disfrutar jugando con todo lo que exige con ese punto de concentración». Y también asume que para ser campeón se necesita una pizca de suerte. Lo comprobó en Rusia, donde alzó la Copa como capitán de la Francia campeona del mundo que superó en una final accidentada en Moscú. «Estamos ilusionados y lo preparamos de la mejor manera posible. En la final del Mundial íbamos 4-1 (cuando cometió un fallo que permitió marcar a Mario Mandzukic) y hay que estar concentrado. Cualquier cosa puede pasar, pero lo importante es reaccionar a ese contratiempo y mirar para adelante».
Y es que en esta edición de la Champions League su equipo ha tenido varios momentos milagrosos, todos recuerdan el gol agónico de Lucas Moura tras dos buenas paradas del francés y un palo pero ya antes estuvo del lado de los Spurs. Después de ser expulsado ante el PSV al cuadro londinense le empataron (2-2) dejándole casi eliminado tras haber caído en Wembley con el Barcelona, con el que tras mejorar su rendimiento debían sacar al menos un punto en la jornada final y esperar que el Inter fallase con el PSV. Así pasó pero tuvo que esperar hasta que Moura anotara en el 85' después de que Lloris mantuviera la renta de los de Valverde en un solo gol. «Ese fue nuestro primer gran momento de la competición», decía Hugo Lloris, capitán francés desde 2011 y que es centenario en partidos internacionales (más que ningún otro portero en la historia de la selección francesa) pese a que tiene que aguantar la presión de haber vivido con las comparaciones con Coupet en Lyon o en Francia con Barthez.
En Rusia cerró muchas bocas críticas pese al lunar de la final (el 4-2) final cln paradas en momentos clave: con 0-0 en un cabezazo de Leckie ante Australia, con el mismo marcador a disparo a bocajarro de Guerrero ante Perú, para evitar el empate de Uruguay tras un cabezazo de Cáceres en cuartos y en semifinales con un vuelo espectacular a remate de su compañero de equipo, Toby Alderweireld. En esta Champions fue coloso ante el City, parando un penalti al Kun Agüero en cuartos de final -pese a que sus detractores siempre recuerdan su escaso porcentaje de acierto desde los once metros-, y en Amsterdam, con varias intervenciones cuando el Ajax dominaba pensando que tenía un pie en Madrid. «Tuvimos el feeling correcto en el momento adecuado y Lucas fue el héroe», rememora con humillad.
La afición del Tottenham adora a este hombre tranquilo al que le pusieron el nombre por el escritor Victor Hugo y que dudó mucho si dedicarse al fútbol o al tenis, ya que llegó a ser de los mejores en categoría infantil. Y es que fue descubierto por el Niza, su ciudad natal, gracias al chivatazo de una persona del club de tenis, que avisó a su hermano ojeador para que viera al chico que se ponía bajo los palos antes de los entrenamientos con la raqueta. Su familia, sin ningún problema económico ya que su padre trabajaba en banca y su madre era abogada, le dejó elegir. El exinternacional Dominique Baratelli le convenció para cambiar de deporte y llegó a debutar como profesional en 2005. Sus grandes actuaciones le catapultaron para ser reclutado como sustituto de Gregory Coupet en el Lyon, desde donde logró debutar como internacional en 2008.
Quizá no tiene el carisma de otros capitanes, y que cuando comparece en rueda de prensa es tibio cuando tiene que posicionarse y no se mete en ningún charco. No está interesado en las últimas tendencias, en la moda, en los novedosos cortes de pelo, los 'trending topics' de las redes sociales o los tatuajes. Tranquilo por fuera, con un alto nivel de autoexigencia pero que no se come la cabeza si comete un error: «Me pasó y me pasará de nuevo, pero la fuerza de un portero es sobreponerse a esas situaciones», dice realzando la importancia del aspecto emocional. «Todo está en los detalles y cualquier cosa puede decidir. Hemos tenido tres semanas y estamos preparados para afrontar en condiciones este partido. Queda lo más duro: el partido de mañana. Tenemos que hacer todo lo posible para ganar y poner nuestra marca en la historia de la Liga de Campeones. Esa es nuestra motivación», insistió.
Ahora 350 días después puede hacer doblete y formar parte de ese selecto grupo de jugadores que tienen la Champions y el Mundial en su palmarés. Lo habría conseguido en apenas un año (Karembeu y Roberto Carlos lo lograron en un mismo verano) y siendo el primero en levantar en trofeo, algo que siendo portero solo puede decir hasta el momento Iker Casillas, uno de sus referentes junto a Gigi Buffon y el citado Barthez, ya que hubo otros antes que él: su seleccionador Didier Deschamps, , con el que suele jugar a la petanca en sus ratos muertos en la selección, y Franz Beckenbauer, que logró tal mérito en solo unas semanas exitosas de 1974. «Es un privilegio ganar un Mundial con mi país, un logro que no hubiera sido posible sin mis compañeros. Igual que aquí. Sin todo el equipo no hubiera podido conseguirse estar aquí. Me siento un privilegiado pero lo más difícil es en la final. Hay que hacer todo por ganarlo y dejar una marca en la Liga de Campeones».
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