Mbappé despierta a la Real Sociedad del sueño europeo

Convencido de que la epopeya era posible, tal y como quiso transmitir Imanol Alguacil en la previa, el equipo donostiarra saltó al terreno de juego con espíritu de mando y el balón en su poder. Sin embargo, la contundente puesta en escena 'txuri urdin' se enfrió pronto, con la interrupción por un problema físico de Hamari Traoré en el hombro. El PSG aprovechó el parón para reaccionar a la intensidad local y dejó el primer aviso de Mbappé, cuya sola presencia es suficiente para intimidar a cualquier rival. El galo hizo contener el aliento a la afición de Anoeta cuando desbordó con insultante facilidad a Traoré y la puso al corazón del área pequeña, donde Barcola se encontró con Remiro a bocajarro.

La Real, abocada al riesgo por la necesidad de remontar los dos goles de desventaja que traía del Parque de los Príncipes, fue valiente pero con ese paso adelante también dejó muchos metros a la espalda de sus zagueros. Ese margen de acción es un auténtico tesoro para Mbappé, una estampida en velocidad. Así llegó hasta el área vasca, donde encaró a Zubeldia, vencido con un par de amagos, antes de armar un disparo seco, abajo, que literalmente rompió la red adversaria. Es el futbolista más diferencial actualmente y lo demostró para desactivar demasiado pronto la amenaza de la Real.

Los tres goles de desventaja en la eliminatoria eran ya un lastre solo superable a través de un milagro y el golpe anímico pasó factura a la Real. No bajó los brazos el conjunto de Imanol Alguacil, ni mucho menos, pero le empezó a costar un mundo superar el sólido entramado del PSG en el centro del campo. El campeón francés es un equipo plagado de talento, como en los últimos años, pero también un bloque mejor trabajado por la pizarra de Luis Enrique.

Otra vez Mbappé, esta vez como rematador tras el pase de Barcola desde el flanco derecho, y un pie providencial de Remiro para impedir el gol. Toda la contundencia del PSG fue impotencia de la Real para transformar su iniciativa con el balón en ocasiones de gol antes del descanso.

La situación ya era desesperada en la segunda parte. La Real no se resignaba a un destino cada vez más evidente, pero seguía careciendo de la mordiente necesaria en los últimos metros, el lunar que lastra su trayectoria en las últimas semanas. En esas estaba el duelo cuando otra vez por el perfil izquierdo del ataque francés se generó un pase en profundidad para la velocidad de Mbappé. Zubeldia estaba de nuevo perdido. Partió por delante del jugador de Bondy, pero en unos segundos apenas atisbaba ya desde la distancia al '7' del PSG, que respiró, levantó la cabeza y fusiló ante Remiro al palo corto. Incontestable una vez más.

La eliminatoria estaba vista para sentencia, pero la Real, que brilló en la fase de grupos, merecía una mejor despedida en esta Champions que mostró sus virtudes al Viejo Continente. Aunque consciente de que el sueño se había acabado ya, le echó orgullo al asunto para al menos endulzar el epílogo. Otra vez merecía más, pues aprovechó el paso atrás del PSG en el tramo final para cercar la portería francesa, y su rebeldía ante la adversidad la premió el postrero gol del honor de Mikel Merino.