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Daniel Panero
Jueves, 11 de abril 2024, 17:52
El Barça hizo este miércoles en París mucho más que ganar un partido de fútbol al millonario PSG. El conjunto que dirige Xavi Hernández se creció en una atmósfera hostil y dejó atrás muchos de los fantasmas que venían atormentando al club en los ... últimos años. El 2-3, logrado gracias a los goles de Raphinha en dos ocasiones y Christensen, abre un nuevo panorama para el equipo azulgrana, que sabe que ahora es capaz de sobreponerse a la adversidad y estar más cerca de levantar una Liga de Campeones que hasta hace poco era una quimera. El Barça por fin se lo cree.
«Los jugadores se lo creen y jugando así tenemos opciones de pasar. Me hace feliz que hayamos mostrado personalidad en la competición dominando al PSG, que es muy difícil. Ojalá se hayan enterrado viejos fantasmas porque venimos de años muy difíciles. Tal vez sea mi noche más feliz en Champions», afirmó Xavi minutos después de lograr una victoria fundamental en el Parque de los Príncipes. El técnico de Tarrasa no pudo ocultar su satisfacción después de una noche en la que su Barça pudo decir bien alto aquello de «hemos vuelto».
Y es que los culés no eran los favoritos ante el PSG y el ambiente que recibió a los jugadores traía reminiscencias de tiempos pasados. La goleada sufrida años atrás en París o las dolorosas derrotas ante Liverpool, Roma o Bayern seguían ahí, en la mochila, esperando para cargar una nueva decepción. No fue así en esta ocasión. El Barça aprendió la lección en un momento crítico, con la temporada en juego. Sus jugadores se saltaron el libreto para eludir la presión rival de Luis Enrique en campo contrario con balones largos y con ese movimiento tan sencillo como eficaz mandaron un aviso a un PSG que no supo cambiar de registro a lo largo de todo el choque.
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Esa lección la ha aprendido el Barça a base de golpes, pero no fue la única. La otra que tenía grabada a fuego es la de no volver a bajar los brazos, por muy fuerte que sea el temporal. Lo hizo en demasiadas ocasiones en los últimos años y no fue así en esta ocasión en un partido que tuvo un momento crítico en el inicio de la segunda mitad.
El PSG remontó el choque en un arreón y los culés supieron sacar arrestos para aguantar la presión y poco a poco cambiar la inercia del partido a través de la pelota. Esa personalidad, que tantas veces ha faltado, fue clave para volver a ponerse por encima y para salir triunfal de uno de los estadios más complicados del viejo continente.
Todo este aprendizaje es determinante para un Barça que ahora ve la Champions con otros ojos. Ganar en París da confianza al grupo para afrontar la vuelta y para una posible semifinal contra el Atlético de Madrid o el Borussia Dortmund. Los culés ganaron en la ida de las semifinales, pero también se quitaron ese complejo que arrastraban y que hacía que los jugadores se empequeñecieran cuando sonaba la música de la competición más importante a nivel de clubes.
Otro motivo para creer es la recuperación de dos puntales en el engranaje de Xavi. Frenkie de Jong jugó a buen nivel durante 75 minutos y Pedri reapareció en la última media hora para ser determinante con una asistencia medida a Raphinha que sirvió para empatar el partido y calmar a un Parque de los Príncipes en ebullición.
El regreso de los dos jugadores da un plus a un Barça que poco a poco empieza a vaciar la enfermería y que podrá contar por fin con dos destacados protagonistas que representan como pocos la idea de juego de Xavi.
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