James Rodríguez, en caída libre

Sus números en el cuadro griego han sido discretos. Cinco goles y seis asistencias en 23 partidos en una Superliga que a priori debería tener un nivel bajo para la calidad del colombiano. «James siempre será parte de nuestro club y miembro de la familia rojiblanca. Queremos darle las gracias por su servicio y le deseamos mucho éxito en el futuro», rezaba el comunicado de despedida de Olympiacos.

Este episodio es el último de una larga lista de conflictos que James Rodríguez arrastra a sus espaldas y que suelen tener siempre el mismo denominador común, su poca cabeza y un ego desmedido. Del Real Madrid salió como salió, por la puerta de atrás como en la mayoría de sus equipos. Por aquel entonces, la estrella colombiana no supo hacer frente a la feroz competencia que normalmente existe en equipos de esta entidad. Tras unos primeros dos años buenos, empezó a perder protagonismo con Zidane y los conflictos comenzaron a abrirse camino.

Se marchó cedido al Bayern de Múnich, pero al igual que con Rafa Benítez o Zizou, James chocó con Niko Kovac. En Baviera tuvo rachas donde jugaba más y épocas en las que participaba menos. Sus números, sin embargo, no fueron malos. En 67 encuentros con los teutones anotó 15 goles y repartió 20 asistencias. Curiosamente, Carlo Ancelotti ha sido el técnico que más confianza ha depositado en él, sobre todo en su primera etapa blanca, pero también en el Bayern y en el Everton.

Tras su exótica aventura en el Al-Rayyan catarí, James buscaba un nuevo reto en Europa para resurgir futbolísticamente, pero no ha cuajado como esperaba. Ahora, a sus 31 años, James se encuentra sin equipo y con una mochila de conflictos en cada uno de los equipos en los que ha militado, y es que en sus tres últimos clubes ha salido antes de que su contrato finalizara, y siempre con rescisiones de mutuo acuerdo.

Desde que el Real Madrid firmara a James en 2014, su valor de mercado no ha hecho otra cosa que bajar estrepitosamente. Llegó a la capital española por 80 millones de euros procedente del Mónaco. Con la falta de minutos y su cesión al Bayern, la cifra descendió hasta los 50. Se mantuvo así un par de años y desde entonces la sangría no cesa.

En el Everton bajó hasta los 28 millones, y con su exótica aventura en Catar partió por la mitad esa diferencia hasta los 14. Ahora, con su marcha del Olympiakos, James ha alcanzado su mínimo histórico desde el año 2011, con un valor de mercado de 9 millones de euros.