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La Eurocopa entra hoy en su última semana, pero ya hay una conclusión que puede considerarse definitiva: el triunfo del fútbol de ataque, el dominio de las selecciones con una mayor vocación ofensiva. Los resultados no han premiado esta vez a los equipos seguros ... y disciplinados que prefieren confiar en su poderosa armadura y esperar con paciencia los errores del rival. Al contrario. En esta Euro se han impuesto las selecciones valientes, las que prefieren proponer antes que responder, las que ven el balón como un aliado y desde el primer minuto convierten en un objetivo militar llevar la iniciativa. Hablamos de las cuatro semifinalistas: de Inglaterra y, sobre todo, de España, Italia y Dinamarca. Estas tres últimas son las que más goles han marcado durante el torneo (12, 11 y 11, respectivamente).
Los ciclos en el fútbol suelen fluctuar. Han pasado tres años desde el último gran torneo, el Mundial de Rusia, que coronó a una selección peculiar. Conviene detenerse a valorarla porque también era la gran favorita de esta Eurocopa. La Francia de Deschamps tiene un potencial enorme. Su plantel de futbolistas admite muy pocas comparaciones, si es que admite alguna. Ahora bien, también es una selección que, con mucha frecuencia, parece jugar por debajo de sus posibilidades, sin grandeza, fiándolo todo a la extraordinaria solidez de su engranaje y a los contragolpes mortales. Es como si, en busca de la máxima eficacia, a Francia le hubiesen cortado las alas para que no se confunda volando muy alto. A Portugal le sucede algo similar.
Tras caer eliminada por Suiza en octavos, salieron a la luz varias polémicas internas en el vestuario de 'les bleus'. Seguro que esa derrota tan dolorosa influyó mucho en esos malos rollos y en los cruces de declaraciones incluso entre familiares de jugadores. Pero hay algo más. La impresión es que el grupo de Deschamps ha sufrido un desgaste mental exagerado. Y sin descontar un cierto divismo colectivo tras el título mundial, buena parte de culpa puede tenerla su propuesta de fútbol.
De Italia se puede decir ahora lo mismo pero en sentido contrario: su propuesta le ha convertido en la gran protagonista de este campeonato. Sin la revolución de la 'azzurra', uno de los cambios de paradigma más espectaculares que se han visto en el fútbol en los últimos años -seguramente el mayor desde que España abandonó el fútbol racial y se puso a jugar al toque- no hubiese sido posible el triunfo del fútbol ofensivo en esta Eurocopa donde se han visto 41 goles en los cruces de octavos y cuartos. (En Rusia se sumaron 33). Hay que ser claros al destacar el impacto italiano por lo que tiene de asombroso. Que los pupilos de Luis Enrique, por ejemplo, estén protagonizando un campeonato muy divertido y que cada partido que jueguen genere tanta expectación como ver a Indiana Jones entrar en una cueva, es algo que puede considerarse natural.
Por otro lado, tampoco es raro ni contracultural que en un país futbolero como Dinamarca, protagonista de aquella gesta en la Eurocopa de Suecia, surja un entrenador como Kasper Hjulmand. Hablamos de un amante del fútbol de ataque que, antes de arrancar esta Euro, dejó una de esas frases que pide mármol. «Estoy seguro de que Guardiola será recordado como el Steve Jobs del fútbol». Y hablamos también de un técnico con unos principios muy sólidos. Basta con recordar la trayectoria de los daneses desde su dramático debut frente a Finlandia. Tras perder luego contra Bélgica sin merecerlo en absoluto se encontraron con una de esas estadísticas que conviene quemar lo antes posible en la chimenea, como si fuera una carta muy comprometida. Habían marcado un solo gol en 43 remates y habían recibido tres en seis. Pues bien, en los tres siguientes encuentros han marcado diez.
Lo de España y Dinamarca, en fin, tiene su lógica. Y lo mismo o parecido puede decirse de la Inglaterra de Southgate, a cuyo potencial en ataque hay que unir una solvencia en la retaguardia que le ha permitido mantener la portería a cero en sus cinco partidos. Lo que ya no parece lógico sino todo lo contrario, una demolición de los cánones establecidos, es lo de Italia, que antes de jugar la semifinal contra España suma ya once tantos. Ojo al dato: solo uno menos de los que hizo sumando todos los que marcó en las dos Eurocopas anteriores.
Mancini es el director de orquesta de esta nueva Italia. Ahora bien, sería un error no citar a otros que llevan tiempo marcando ese camino. El caso de Gian Piero Gasperini salta a la vista. Su apasionante Atalanta no solo es el equipo más goleador de calcio -lleva dos años marcando noventa o más solo en la liga- sino uno de los mayores semilleros de internacionales que hay en el mundo. Hasta nueve jugadores tiene en la Euro (Tololi, Pessina, Freuler, Pasalic, Malinovski, Miranchuck, De Roon, Maehle, Gosens) y tres más en la Copa América (Cuti Romero, Muriel y Zapata). El influjo de Gasperini -también el desafortunado Spinazzola estuvo a sus órdenes- es indiscutible, como lo ha sido el de De Zerbi en el Sassuolo, club de Berardi y Locatelli, dos de los grandes partisanos de Mancini.
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