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Tres veces campeona de Europa, la 'Mannschaft' aspira a poner un digno broche a la larguísima etapa como seleccionador de Joachim Löw y detener la caída que inició tras alzar la Copa del Mundo en Brasil hace siete años con el gol de Mario Goetze ... en la final ante Argentina que vino preludiado por el inolvidable 'Mineirazo' ante la anfitriona. Brasil fue vapuleada por un combinado que por entonces tenía velocidad de crucero y devastaba cuanto salía a su paso, pero al que la retirada de pesos pesados como Bastian Schweinsteiger, Philip Lahm o Miroslav Klose, sumado al envejecimiento de otras piezas determinantes mientras se postergaba el necesario relevo generacional, restó potencial.
Después de quince años al frente del combinado germano en los que le ha guiado con dispar suerte en tres Mundiales y, con esta, cuatro Eurocopas, el preparador oriundo de la Selva Negra cederá el testigo a Hansi Flick a la conclusión del torneo, pero antes confía en lavar la mala imagen que su equipo dejó en el Mundial de Rusia, donde tocó suelo al caer eliminado en la fase de grupos, después de sucumbir en una honrosas semifinales en el Europeo de 2016 y reinar en la Copa Confederaciones de 2017.
Con ese propósito, Löw ha rescatado a Matts Hümmels y a Thomas Müller, que fueron apartados junto a Jerome Boateng como principales cabezas de turco tras la debacle en Rusia, pero que siguen ofreciendo un notable rendimiento en sus clubes, especialmente el prolífico atacante del Bayern de Múnich, décimo máximo artillero histórico del combinado teutón. Deben aportar experiencia junto a otros incombustibles como el portero Manuel Neuer a una selección en la que Jamal Musiala, centrocampista del Bayern que a sus 18 años se ha revelado como uno de los mayores talentos de su generación, Florian Neuhaus, mediocentro del Borussia Mönchengladbach con gran visión de juego, o Kai Havertz, mediapunta que marcó el gol con el que el Chelsea alzó la segunda Champions de su historia, están llamados a insuflar ese soplo de aire fresco que viene reclamando con insistencia la hinchada alemana desde hace años.
Porteros. Bernd Leno (Arsenal), Manuel Neuer (Bayern de Múnich) y Kevin Trapp (Eintracht Frankfurt).
Defensas. Antonio Rüdiger (Chelsea), Emre Can (Borussia Dortmund), Mats Hummels (Borussia Dortmund), Mathias Ginter (Borussia Mönchengladbach), Niklas Süle (Bayern), Lukas Klostermann (RB Leipzig), Marcel Halstenberg (RB Leipzig), Robin Gosens (Atalanta), Robin Koch (Leeds United) y Christian Günter (Friburgo).
Centrocampistas. Joshua Kimmich (Bayern), Leon Goretzka (Bayern), Jamal Musiala (Bayern), Kai Havertz (Chelsea), Jonas Hoffmann (Borussia) y Florian Neuhaus (Borussia)
Delanteros . Serge Gnabry (Bayern de Múnich), Thomas Müller (Bayern de Múnich), Leroy Sané (Bayern de Múnich), Timo Werner (Chelsea) y Kevin Volland (Monaco).
De que Löw sea capaz de acompasar a esas dos generaciones dependen en buena medida las opciones de los germanos, a los que el sorteo encajó en el 'grupo de la muerte' y les citó con la favorita Francia en el primer partido. Una auténtica prueba de fuego que permitirá calibrar hasta dónde puede llegar una selección que, contrariamente a lo que marca la tradición, esta vez no figura entre las grandes candidatas al título. Baste recordar la goleada que le infligió España en la Liga de Naciones a mediados de noviembre para dar cuenta de la falta de fiabilidad de un bloque en construcción que, no obstante, siempre tiene un nervio competitivo que debe ser tenido muy en cuenta.
El oficio de Joshua Kimmich e Ilkay Gündogan, el despliegue de Leon Goretzka o el desborde de Serge Gnabry y Leroy Sané son argumentos suficientes para no desmerecer a un equipo cuyo bastón de mando sigue luciendo el madridista Toni Kroos. Su precisión en corto y en largo, unida a su capacidad para imponer el ritmo de los partidos y amenaza a balón parado, le convierten en el principal referente de un combinado cuyas ausencias más destacadas son las del portero del Barça Marc-André ter Stegen y la del atacante del Borussia Dortmund Marco Reus, a los que problemas físicos han arrebatado una plaza en la convocatoria que tenían asegurada. Mientras se acerca la fecha en la que Flick tendrá que desencadenar una revolución ya indemorable, esta Alemania de entreguerras apela a su lustrosa historia para desempeñar un papel destacado.
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