Secciones
Servicios
Destacamos
El 1 de julio de 2012, cuando España ganó la Eurocopa en Kiev sepultando a Italia con una exhibición histórica, buena parte de los actuales jugadores de la 'squadra azzurra' eran chavales de entre 14 y 19 años que soñaban con ser alguien en el ... fútbol. No es difícil imaginar que la selección de Vicente del Bosque, dominadora entonces en Europa y en el mundo, convertida en una referencia absoluta, les impresionó profundamente. En realidad, hizo más que eso. Les dejó para siempre una convicción: que el fútbol en su máxima expresión de belleza y efectividad era lo que hacían Sergio Ramos, Piqué, Xavi, Iniesta, Busquets, Xabi Alonso, David Silva y demás.
Todos esos chicos estaban orgullosos de su selección, una de las grandes de la historia, cuádruple campeona del mundo. Habían crecido amando a la azzurra, competitiva en cualquier circunstancia, todo un símbolo de resistencia y orgullo. Sentían de verdad que en cada partido su equipo nacional se ponía en la cabeza el yelmo de Escipión, como se dice en su himno. No renegaban por supuesto de los valores que habían hecho de Italia uno de esos enemigos con los que nadie quiere encontrarse y menos en un callejón oscuro. Pero aquel día en Kiev el fútbol de España les llegó al corazón. Y visto y lo visto parece claro que no fueron ellos los únicos en enamorarse.
Once años después, de la mano de Mancini, esos chicos están dando en la Eurocopa un espectáculo con unas similitudes evidentes al de la Roja en sus mejores años. Aunque todavía no han llegado a su nivel, desde luego están en el camino y muestran una convicción furiosa en recorrerlo. Ayer, tras el 3-0 ante una buena selección como Suiza, 'La Gazzetta dello Sport' tituló «Questa Italia e una meraviglia». No hace falta traducirlo. Los italianos, pensamos muchos, se han rendido por fin a la belleza en el fútbol. A lo largo de su historia se habían rendido a todas las demás bellezas, pero en el calcio se regían exclusivamente por una mentalidad pragmática. Ahora ya quieren ambas cosas, fútbol y resultados.
En algunos de los mejores momentos del partido del miércoles las cámaras enfocaron a los tifosis. Estaban radiantes. No sólo desprendían alegría sino una sincera admiración hacia sus jugadores. Viéndoles me acordé de la escena de una vieja película. En una terraza del puerto de Capri, Vittorio de Sica vio pasar a su lado a Sofía Loren, bella y altiva. La siguió con la mirada y, sin encontrar nada mejor decir porque no hallaba las palabras que hicieran justicia, soltó un emocionado «Viva Italia».
Estamos hablando de una revolución, de un cambio de paradigma, de una transformación de los cánones. Y este tipo de cosas, por supuesto, no se producen de un día para otro. Los grandes dogmas hay que ir erosionándolos poco a poco y el fútbol italiano lleva más de una década de movimiento tectónico. Hay que hablar de Zeman, un iconoclasta precursor, al que siguió una generación de técnicos como Conte, Sarri, Allegri, Gasperini, Simone Inzaghi, Roberto de Zerbi, Di Francesco... Entre todos han ido construyendo una nueva Italia que, en el caso de la selección, ha acabado liderando Roberto Mancini. Por su trayectoria y el estilo de sus equipos, no parecía el más indicado para hacerlo, pero ya se sabe que hay personas que tienen un sexto sentido para no dejar pasar una oportunidad y adaptarse a las nuevas circunstancias. Mancini es una de ellas.
Veremos hasta dónde llega esta nueva Italia. Lo lógico es que se vengue de su ausencia en el Mundial de Rusia y haga algo grande porque no sólo tiene un batallón de centrocampistas de enorme talento sino todo lo demás: un formidable portero, buenos delanteros y un rigor defensivo como siempre han tenido los italianos. Y no sólo eso. Soy de los que piensa que un equipo que, antes de un partido, escucha cantar a Chiellini con el alma desgarrada una estrofa que dice «estamos preparados para la muerte, Italia llamó», ya empieza ganando uno a cero.
Sea como fuere, estamos hablando de una gran noticia deportiva. Entiendo que la expectación y el asombro se con concentre sobre todo en los aficionados que ya tenemos una edad y sabemos bien lo que ha sido la azzurra. Y por tanto nos deja perplejos que Italia tenga un director de orquesta que se llame Jorginho, que todos los centrocampistas sean unos virtuosos, que un medio centro como Locatelli empiece una jugada y la siga hasta acabar fusilando al portero, que un lateral izquierdo no deje de provocar incendios en el área rival como hizo Spinazola, o que vaya ganando dos cero y quiera más y más porque disfruta del fútbol. Esto, efectivamente, «e una meraviglia».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.