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iván orio
Martes, 6 de julio 2021, 00:28
La noche que España regateó por fin a una historia plagada de sueños rotos hacía mucho calor en Viena. Fue hace 13 años, un 22 de junio inolvidable en el Ernst-Happel-Stadion. La selección de Luis Aragonés había convencido hasta entonces en la Eurocopa ... de Austria y Suiza pero todos, periodistas y aficionados -e intuyo que los futbolistas y el cuerpo técnico en privado también-, torcíamos el gesto cuando en las conversaciones se mencionaba que el rival en cuartos era Italia. Italia y cuartos, un binomio que despertaba en nosotros imágenes de sufrimiento, pesadilla, injusticia, frustración, fatalismo... Esa sensación se mantuvo en el partido porque La Roja había sido mucho mejor que la 'Azzurra' y sin embargo ahí estábamos, en la lotería de los penaltis, tras el empate a cero. Cuartos de final y penaltis, otro binomio para pedir la cuenta y marcharse. Y contra Italia, y con Buffon en la portería... En fin.
Recuerdo las miradas de resignación que cruzamos los informadores españoles cuando iba a empezar la tanda de penaltis. Otra vez, pensábamos. Va a pasar otra vez. Y también recuerdo que la vimos de pie, como los hinchas en las gradas. Y que en realidad no queríamos verlo, a pesar de que nuestro trabajo nos obligaba a ello. Y que Casillas empezó a parar. Y que los periodistas seguíamos cruzando miradas, pero que empezaban a ser diferentes. A ver si esta vez... Todo pasaba muy rápido pero no lo suficiente. Que acabe ya. Y se hizo el silencio. Un campo vacío impresiona. Con casi 51.000 almas conteniendo la respiración impresiona todavía más. Y abajo Cesc frente a Buffon. Todo al rojo. La ruleta giró y giró... ¡Rojo! Gol de Cesc y a semifinales. Adiós al mal fario. Por fin. El suelo de la zona de prensa tembló. En las gradas los españoles bailaban al son de la música de los videomarcadores. Un vals apoteósico.
Cuatro años y un Mundial después, España e Italia volvieron a encontrarse en la Euro de Polonia y Ucrania. Empate a uno en la fase de grupos en Gdansk y la final en la que la selección enterró a la 'Azzurra' en el Olímpico de Kiev, un escenario majestuoso. Ya no había miradas de temor y resignación. Esos sentimientos habían desaparecido en 2008 en la noche vienesa. La Roja deslumbró al mundo con un fútbol total y sepultó a Italia con un demoledor 4-0. Los enviados especiales de los medios de otros países se giraban hacia nosotros con rostros de admiración. Recuerdo que pensé que nunca había visto jugar así al fútbol. Ni siquiera había imaginado que se podía jugar así al fútbol. Y disfruté como un niño a pesar de que el ordenador me observaba desde la negrura porque hacía un buen rato que no pulsaba sus teclas. Nunca olvidaré la exhibición de Xavi. Tampoco Pirlo, que aún tiene pesadillas con él.
Otro salto en el tiempo, hasta el torneo continental de Francia de 2016. La grandiosa España de Del Bosque de Kiev había naufragado en el Mundial de Brasil y llegaba a la Eurocopa desgastada y en un mar de dudas. Segunda de grupo y cruce de octavos, de nuevo frente a Italia. En Saint Denis, otro santuario. En aquella cita la selección fue claramente de más a menos y la sensación generalizada entre los medios, la afición y el entorno era que los 'azzurri' se vengarían de la afrenta de Ucrania. Nadie se queda frío cuando a los suyos les marcan un gol porque va en nuestra naturaleza rebelarnos ante la desventaja (España cayó 2-0). Pero en esta ocasión las miradas eran de claudicación, de asunción de que había terminado un ciclo y empezaba otro lleno de incertidumbre. Recuerdo a Del Bosque despidiéndose de sus futbolistas en una zona discreta del aeropuerto en Madrid. Era un adiós definitivo.
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