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juan carlos valldecabres
Lunes, 7 de junio 2021, 00:11
Nació en Pedreguer (Alicante) el 25 de mayo de 1995. Debutó en partido oficial con el Valencia con solo 17 años, en octubre de 2012, como titular en la ida de Copa frente a la UE Llagostera.
Habiendo sido esta temporada el jugador más regular del Valencia, José Luis Gayà llega a la selección en pleno momento de madurez, no sólo en lo que atañe a su vertiente profesional sino también en la personal.
A sus 25 años, el lateral izquierdo ha ... tenido que acelerar el curso de la capitanía, heredada casi de repente tras el vacío que dejó el pasado verano Dani Parejo, el hoy flamante campeón de la Europa League con el Villarreal. En un año nada fácil desde el punto de vista valencianista, el talante moderado del futbolista ha ayudado en la agitada convulsión interna que vive habitualmente su club.
Nadie le puede decir en su Pedreguer natal que Gayà renuncia a sus orígenes y a unos valores de humildad y sencillez que le inculcaron sus padres desde bien pequeño. Por este motivo está muy involucrado en la enseñanza de los niños en su campus de fútbol a todos los niveles, incluso a cómo se golpea el balón con el empeine.
El internacional absoluto de la mano de Luis Enrique ingresó en la Academia del Valencia a los diez años. Pero hubo que hacer un enorme sacrificio, que aceptó gustoso su padre. Había que recorrer tres días a la semana los 240 kilómetros entre Valencia y Pedreguer (ida y vuelta) para que el chaval se entrenara y llegara a ser un día como Philip Lahm, el lateral alemán que era el espejo en el que se miraba, aunque en sus inicios actuaba como delantero. Ahora vive solo en una urbanización cercana a la ciudad deportiva de Paterna, donde entrena el primer equipo valencianista, y siempre que puede se escapa a su pueblo, a juntarse con el mismo grupo de amigos de siempre que se esfuerza en conservar.
Ajeno a lujos, viste con sencillez, conduce siempre el mismo coche que adquirió hace ya algunos años, no le gusta presumir de nada y sólo se le conoce un vicio: le encanta el baloncesto. En su unifamiliar tiene una canasta para matar los ratos de aburrimiento y es al basket a lo que se entrega cuando alguna vez le da por los videojuegos. Cuando se podía y siempre que se lo permitían los horarios, se dejaba caer por la Fonteta para ver los partidos del Valencia Basket. Su jugador favorito: Bojan Dubljevic.
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