Los goles de la final de la Eurocopa que hicieron vibrar a España, literalmente

Nueve de la noche del 14 de julio. Una tele encendida, una radio sonando, alguien pegado a la pantalla del móvil y miles de personas vibrando con La Roja hombro con hombro en algunas de las grandes plazas del país, literalmente.

El impacto de la Eurocopa en España, la cuarta doce años después, ha alcanzado una magnitud deportiva incalculable. No obstante, con los pies en suelo, esas variaciones que se observan en la gráfica «son valores pequeños», explica el sismólogo, cuya línea de investigación se centra en la aplicación de técnicas sísmicas para estudiar la estructura y dinámica de la litosfera, la capa más superficial de la Tierra. Eso sí, son vibraciones «detectables por los sismómetros».

Desde el pitido final en el Estadio Olímpico de Berlín, donde se disputó la final, muchas calles de ciudades y pueblos de toda España se llenaron de aficionados ondeando banderas, cantando y celebrando el triunfo. Desde Madrid, hasta Barcelona, Sevilla o Valencia vieron sus plazas convertirse en epicentros de fiesta teñida de rojo. La emblemática Plaza de Cibeles en Madrid y la Fuente de Canaletas en Barcelona fueron testigos de una multitud que no paraba de saltar y corear «¡Campeones, campeones!». De hecho, los sismómetros recogieron la llegada de los aficionados…

…y también la fiesta de después.

La principal razón por la que vibra el suelo y la más destacable es cuando se produce un terremoto. Hay ondas que se propagan por toda la Tierra pero vibrar, puede vibrar por cualquier razón: que pase el metro, lluvias o incluso por una afición emocionada, explica Díaz. Y los sismómetros son los encargados de registrarlo. El interés por este gran acontecimiento deportivo ha captado la atención tanto de los aficionados como de científicos. «Las estaciones sísmicas de las redes permanentes nos interesa tenerlas alejadas de las ciudades porque el principal motivo es registrar terremotos. Sólo en algunos casos se ponen dentro de las ciudades», indica el investigador.

En este caso, el sismómetro del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que captó los datos de la capital está ubicado en el Real Observatorio de Madrid y se sitúa a algo menos de dos kilómetros de la plaza Colón.

Y el del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) está ubicado en Portal del Àngel, a 400 metros de Plaza Catalunya.

En esta ocasión el foco de interés sigue un camino diferente al de registrar terremotos. «Esto lo hacemos como divertimento», advierte. En su cuenta de X, Díaz ha publicado estos registros de otros eventos, como el concierto de Bruce Springsteen en Barcelona y su comparativa con el de Estopa.

«Estos aparatos están grabando siempre, con lo cual tú lo que haces es buscar la señal y el periodo que te interesa», explica. Así resulta una especie de «encefalograma»: cuando está plano quiere decir que la gente no se mueve y cuando se mueve hay subidas y bajadas más rápido o más lento. En el caso del domingo se ve, dice el investigador, en el intermedio: «Se llega a percibir justo antes del gol un poco de agitación y luego la parte de después, donde se ve más ruido de lo normal en una noche cualquiera de un domingo». No fue una noche cualquiera.

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