España necesita un buen estreno

El discurso de Luis Enrique el pasado jueves, por supuesto, fue en otra dirección. No se cansó de lanzar elogios a sus jugadores, de ensalzar su actitud y su talento en los entrenamientos, que calificó de espectaculares. Su mensaje, que según confesó ayer no fue ninguna «pose», rebosaba optimismo como a veces rebosa de espuma una jarra de cerveza. Siempre es agradable contemplar a un seleccionador entusiasmado, tan feliz con sus pupilos. Ahora bien, hubo algo en las palabras del técnico asturiano, un punto de sobreactuación en los elogios, que para muchos tuvo el efecto contrario al deseado . Y es que no hizo sino confirmar las dudas que genera España. Si lo que transmitiera fuesen sólidas certezas, como en la Eurocopa de 2012 por poner un ejemplo, lo más probable es que el seleccionador no hubiera hablado de esa forma tan entusiasta. Se hubiera contenido un poco para no parecer presuntuoso.

Por todo ello, ganar hoy al equipo de Janne Anderson es fundamental. España necesita coger confianza como equipo, ir creciendo poco a poco y creyendo cada vez más en sus posibilidades. Sólo así podrá tener opciones no ya en esta fase de grupos, que debe superar sin mayores agobios, sino cuando llegue la hora de verdad y aparezcan en los cruces los grandes ogros del torneo. Y eso, ese crecimiento colectivo, sólo se consigue con buenos resultados. Los borrones, por lo general, sólo se los pueden permitir los equipos ya muy consolidados. En este caso, además, no se trataría de un simple borrón sino de una costalada tremenda. Al fin y al cabo, España juega en casa, con el calor de una noche sevillana, y ante un rival que viene con ilusión tras haber ganado sus dos últimos amistosos y dispone de futbolistas de mucho nivel como Lindelöf , Isak y Forsberg, pero es claramente inferior.

El mayor peligro de los suecos tal vez sea precisamente que esta noche (21 horas) jugarán en La Cartuja sin una gran presión, como si toda la responsabilidad del partido correspondiera a sus rivales y anfitriones. Los escandinavos saben que sus opciones en el grupo pasan por superar a Polonia y Eslovaquia. La Roja está en otra dimensión y así lo expresó su seleccionador en su momento. «Jugar contra España fuera de casa es uno de los retos más difíciles del mundo en el fútbol actual. Es un reto apasionante y necesitamos una actuación optima», aseguró Anderson, motivando a sus pupilos con una vieja táctica: emplazarles a realizar una hazaña que recordarían sus nietos.

Como esta previsto, el once titular de Luis Enrique no ha trascendido. Ni siquiera confirmó la titularidad de Unai Simón. Hay algo, no obstante, que se puede dar por descontado: será la primera vez que esos once jugadores jueguen juntos. El estilo será el de siempre: fuerte presión en campo rival, buena circulación de pelota, dinamismo, buscar la profundidad por las bandas... El libreto del técnico asturiano es de sobra conocido. La duda es cómo serán capaces de interpretarlo unos futbolistas que todavía no están conjuntados, que aunque Luis Enrique lo negase ayer carecen de lo que podríamos llamar referencias espirituales dentro del terreno de juego y que, además, no han podido entrenar juntos hasta la víspera del partido por culpa del positivo de Busquets. Que a los suecos les haya sucedido lo mismo equilibra la situación.

El gran reto del juego español es, por supuesto, darle profundidad. El dominio de la posesión está garantizado. Probablemente será abrumador. Pero no es suficiente. El festival de juego y goles ante Alemania el pasado 18 de noviembre también en La Cartuja fue un maravilloso espejismo. La realidad es que a La Roja le cuesta ser contundente. No tanto quizá como en el Mundial de Rusia, donde quedó para la historia aquella derrota en Moscú ante los anfitriones después de firmar un partido con tres o cuatro millones de pases y pasecitos, pero sin duda sigue siendo un factor que le penaliza. Del nivel que ofrezcan Morata y Gerard Moreno dependerán mucho las posibilidades de España en esta Eurocopa.