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Luis Enrique lo llamó «la competición real». No quería decir, por supuesto, que la fase de grupos fuese un simulacro sino que, a partir de octavos, llegaba el momento en el que los partidos se convertían ya en una cuestión de vida o muerte y, ... por tanto, sólo permitían una lectura: la de la supervivencia. Este imperativo provoca un grado extremo de tensión que nada tiene que ver con el que se vive en las liguillas. Y es que los funambulismos son completamente distintos cuando se hacen con red o sin red. Hay una diferencia esencial y superlativa entre ellos. La angustia de los italianos el domingo ante Austria es un buen ejemplo. Lejos de la exuberancia y despreocupación de su encuentros anteriores, a los pupilos de Mancini les costó una enormidad superar el vértigo al abismo ante un rival inferior pero con una piel más dura de la que se suponía.
La competición real de la selección española, por tanto, comienza hoy ante Croacia, que tendrá una amplia mayoría de seguidores en el Parken Stadium de Copenhague. Es un partido muy esperado en la trinchera de los hispanos. Y no tanto por la identidad del rival -podría haber sido cualquier otro de buen nivel- sino porque permitirá conocer por fin la verdad de La Roja, su dimensión competitiva real más allá de las especulaciones y los rankings de las casas de apuestas. Los partidos ante Suecia, Polonia y Eslovaquia no dijeron nada que no supiéramos sobre el equipo de Luis Enrique. Sus virtudes y defectos se confirmaron en estos tres encuentros que tuvieron un poco de todo, como en botica. Contra Croacia, subcampeona del mundo, se van a resolver inevitablemente muchas de esas dudas. España quedará retratada de verdad.
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En las horas previas, el ambiente es ideal en el grupo de Luis Enrique. La goleada a Eslovaquia ha tenido un efecto vivificante, como abrir una ventana en una habitación cerrada y sentir el aire fresco y ver un bonito paisaje, lleno de luz. No sólo llegaron en cascada los goles, tan necesarios, sino otras buenas noticias. La principal, el regreso de Busquets, un futbolista capital, la clave de bóveda de España. Pero también otras: la entrada en el once de Azpilicueta aportando solidez y empaque, y la buena forma que demostró Sarabia. Aunque los internacionales españoles siempre muestran una gran confianza en sus posibilidades, es evidente que necesitaban esa victoria rotunda. Y no tanto para creerse de repente los reyes del mambo -los propios jugadores, en conversaciones privadas, han reconocido la debilidad de los eslovacos- sino para no deprimirse y creerse mucho peores de lo que son.
Hablando de cuestiones psicológicas está por ver cómo reaccionará la 'sahovnica' a la pérdida a última hora de Perisic por coronavirus. El hecho de que el interior del Inter haya sido el único caso positivo ha supuesto un alivio enorme para Croacia, pero aún así el golpe es duro. Ausente Rakitic, sólo Luca Modric está por encima de Perisic en jerarquía. Se trata, además, de un goleador puntual -España lo sufrió en la pasada Euro- y de un competidor formidable. Especialmente cuando se pone la camiseta de su selección y se le afila el alma, como si quisiera hacerse perdonar por el hecho de haberse ido de casa a los 16 años y no haber jugado nunca en su país. Se supone que Rebic, el delantero del Milan, le sustituirá. Es un buen recambio, sin duda, pero le falta el ascendente de Perisic, sobre todo en los grandes partidos.
Hay muchas posibilidades de que Luis Enrique mantenga el mismo once que goleó a Eslovaquia. A primera vista, sólo hay dos cambios posibles sobre los cuales se puede especular sin traspasar las barreras de la lógica y meternos en el terreno de la fantasía. El primero sería el regreso de Pau Torres, que ante Eslovaquia perdió su sitio en beneficio de Eric García. El nuevo futbolista del Barça no tuvo ni que despeinarse el pasado miércoles, de manera que no puede decirse que se ganara el puesto. Como tampoco puede decirse que el defensa de Villarreal lo perdiera con sus actuaciones ante Suecia y Polonia. De jugar Eric García, por tanto, podríamos decir que, al final, a Luis Enrique no le ha convencido la apuesta por los dos centrales zurdos.
La otra opción es Marcos Llorente, que comenzó la Euro como una pieza indiscutible y polivalente, se quedó en la grada ante Eslovaquia y ahora no se sabe bien dónde está. Al madrileño se le ha complicado el escenario. Azpilicueta parece haber llegado para quedarse y en el centro del campo y la delantera las apuestas de Luis Enrique se antojan muy firmes. Si Busquets, Koke y Pedri son indiscutibles, arriba Sarabia se ha ganado una nueva oportunidad. De manera que sólo quedan Gerard y Morata; es decir, palabras mayores para el técnico asturiano, que hoy se la juega.
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