Eriksen vivirá con un desfibrilador cardíaco implantado

Un desfibrilador automático implantable es un pequeño mecanismo a pila que se coloca en el pecho y emite impulsos eléctricos a través de uno o más cables conectados al corazón para corregir un ritmo cardíaco anormal y latidos irregulares. Dicho lo cual, las autoridades deportivas y médicas danesas evitaron facilitar alguna información más sobre las consecuencias que tendrá llevar este desfibrilador en la carrera del jugador y apelaron «dejar en paz» en estos momentos tan duros tanto a Eriksen como a su familia.

La decisión de los cardiólogos «fue aceptada» por el enfermo y «confirmada por especialistas nacionales e internacionales que recomendaron el mismo tratamiento», subrayó la federación. Otros futbolistas, como el danés Daley Blind, pudieron continuar su trayectoria profesional después de haberle implantado un mecanismo similar, lo que permite albergar esperanzas sobre el futuro de Eriksen. El martes, el propio jugador colgó en las redes sociales una foto suya, con signos de cansancio en el rostro, pero sonriente, explicando que estaba «bien dentro de las circunstancias». Sin embargo, el cuerpo técnico danés se mostró parco en palabras para referirse a su estado de salud.

Mientras se perfilan los detalles para la próxima operación de Eriksen, en las últimas horas se han conocido las primeras palabras que mencionó el futbolista tras ser reanimado en el campo. «Maldita sea, solo tengo 29 años», pronunció el alma de la selección danesa. Una expresión que se ha dado a conocer gracias a la entrevista realizada por un medio germano a Jens Kleinefeld, el médico alemán de la UEFA que atendió al futbolista a pie de campo y le salvó la vida. Después de unos minutos de masaje cardíaco continuo, la vida del mediocampista volvió a latir con la ayuda del desfibrilador.

Unas maniobras de reanimación que siguieron a la perfección el protocolo referido a la muerte súbita y fueron determinantes para poder recuperar el pulso del jugador, que se despertó «unos 30 segundos después». «Fue un momento muy emocionante porque las posibilidades de éxito en un rescate así no son tan altas en situaciones cotidianas. Este tipo de acciones funcionan más en deportistas profesionales sanos que en pacientes que suelen tener condiciones preexistentes», dijo Kleinefeld, quien confirmó que «estaba seguro al 99% de que Eriksen llegaría al hospital estable».

Tras conseguir controlar al jugador, el médico le preguntó: «¿Has vuelto con nosotros?». «Sí, he vuelto con vosotros», respondió el danés, para continuar: «Joder, solo tengo 29 años». Este breve intercambio de palabras fue suficiente para que el médico alemán respirase también aliviado y pudiera comprobar que Eriksen no sufría los temidos daños cerebrales como secuela inmeiata. Ahora, la pregunta es la siguiente: ¿Podremos volver a ver algún día a Eriksen en los terrenos juego? El tiempo lo dirá, pero casos como el del danés Daley Blind permiten cierto optimismo.