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Anuj Chopra/Gregory Walton
Riad
Viernes, 15 de noviembre 2019, 14:14
La decisión de Arabia Saudí y de sus aliados de celebrar un torneo de fútbol en Catar podría suponer una desescalada en la crisis del Golfo que perdura y modificar la diplomacia férrea de Riad en la región, según analistas. Bajo el impulso del príncipe ... heredero Mohamed bin Salmán, Arabia Saudí, potencia sunita regional, ha adoptado una postura ofensiva, que se refleja en la intervención militar en Yemen, el boicot a su vecino catarí y la intransigencia frente a su rival chiita iraní. Pero los ataques en septiembre contra unas instalaciones petroleras del reino y el endurecimiento de la política de Washington respecto a Irán parecen haber incitado a los sauditas y sus aliados a moderar su posición. «La paz no brotará de la noche a la mañana, pero estamos viendo una serie notoria de iniciativas diplomáticas por parte de Arabia Saudí y de sus aliados para encontrar medios de salir de los conflictos regionales irresolubles», declara a la AFP Husein Ibish, investigador del Arab Gulf States Institute en Washington.
Según él, ante estas circunstancias, los saudies se han dado cuenta de que «la diplomacia y la reconciliación son una mejor elección que el recurso a tácticas agresivas». El martes, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Baréin anunciaron su participación en la «Copa del Golfo» de fútbol, que empezará el 26 de noviembre en Catar, algo inédito desde que estos tres países boicotearon a su vecino. Estos tres aliados, junto a Egipto, mantienen sin embargo las sanciones económicas impuestas en junio de 2017 a Catar, a quien acusan de apoyar a islamistas radicales y acercarse demasiado de Irán, lo que Catar desmiente.
Otra señal de distensión: un responsable de la Liga Árabe viajará a Doha para una conferencia durante la «Copa del Golfo», lo que hace pensar que quizás habrá una mediación de la organización panárabe. Además, está previsto que una delegación de Catar visite Riad en los próximos días, según una fuente informada sobre este viaje. Andreas Krieg, especialista de la región, advierte sin embargo sobre un optimismo excesivo. Los «cataríes no cederán ante las grandes cuestiones», afirma. «Los saudíes quieren que todo se olvide (...) pero esto no pasará», asegura a la AFP.
Además de la cuestión de Catar, respecto a la situación con Yemen, un responsable saudí anunció la semana pasada que su país tenía un «canal» de comunicación con los rebeldes hutíes. El reino saudí interviene militarmente contra estos rebeldes desde 2015. Aunque pensaba que obtendría una victoria rápida, el conflicto se está perennizando, hundiendo a Yemen en la peor crisis humanitaria del mundo, según la ONU. Sobre los posibles contactos con Irán, Riad se mantienen en silencio. Un responsable kuwaití declaró que su país había transmitido mensajes de Irán a Riad y Baréin.
En caso de negociaciones, Riad podría mantener una posición de fuerza, ya que Irán se enfrenta a las sanciones estadounidenses y a la presión internacional tras la reanudación de sus actividades nucleares. «En estas circunstancias, Arabia Saudí (...) se sentiría incentivada para explorar lo que podría completarse en el plano diplomático», según Ibish. «Las dificultades de Irán podrían impulsar a Riad a explorar un acuerdo con condiciones razonables con los hutíes», apoyados por Teherán.
Los ataques en septiembre contra la infraestructura petrolera saudita, de los que se acusa a Irán aunque este lo desmiente, reflejan el alto precio que hay que pagar por la política agresiva de Riad. «Arabia Saudí busca de forma activa la desescalada», declara por su parte Cinzia Bianco, responsable de investigación sobre el Golfo en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). Considera que es «poco probable que haya otro ataque mientras los intentos de diálogo prosigan».
Este inicio de cambio político podría no obstante estar menos relacionado con un deseo de reconciliación que con la creación de condiciones favorables para la salida a bolsa del gigante petrolero saudita Aramco. «La OPA de Aramco tiene seguramente un papel ya que los sauditas quieren proyectar una imagen de estabilidad (...) y de calma», señala Krieg.
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