Maradona y su madre Dalma en septiembre de 2011. AFP

Maradona, de la pobreza al olimpo durante una vida de excesos

Su adicción a las drogas marcó la carrera de un ídolo arrepentido de haber consumido cocaína por primera vez con 24 años

Amador Gómez

Madrid

Miércoles, 25 de noviembre 2020, 20:43

Desde un barrio pobre de Buenos Aires, Villa Fiorito, en el que creció entre casas separadas por caminos de barro donde comenzó a asombrar con el balón desde muy niño, Diego Armando Maradona llegó al olimpo futbolístico, hasta convertirse en uno de los jugadores más ... grandes de todos los tiempos. Considerado por muchos el mejor de la historia, por delante de Pelé, Di Stéfano, Cruyff y Messi, el Pelusa ha terminado sin embargo pagando una vida de excesos. Marcado por su adicción a la cocaína, que trastocó su carrera deportiva, y su alcoholismo, que no podía disimular en los últimos años, con problemas para articular palabra y evidentes dificultades para andar, Maradona se hundió y renació una y mil veces, pero el Dios fue incapaz de superar el golpe definitivo.

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Su corazón dijo basta después de tanto ponerle a prueba y tantísimos sobresaltos. El último de ellos hace menos de un mes, cuando tuvo que ser operado de urgencia de un hematoma en la cabeza. La que tan bien se entendía con sus piernas, aunque Maradona era capaz de jugar solo con la derecha, con la que podía exhibir una tremenda superioridad ante cualquier rival. Con presuntos amigos que no dejaron de aprovecharse de él, sus mayores enemigos, sin embargo, no fueron los adversarios sobre el terreno de juego, sino las drogas y la bebida. Con la cocaína jugueteó y se sobrepasó durante su etapa en el Barcelona y el Nápoles, y del alcohol abusó demasiado tras la muerte de su querida madre. La pérdida de 'Doña Tota' en noviembre de 2011 le sumió en una depresión de la que intentó evadirse como entrenador, pero nunca logró superarla.

«Si no hubiese consumido cocaína, habría sido el mejor futbolista de todos los tiempos», llegó a reconocer en una sentida declaración en octubre de 2019. Durante su etapa en el Barça, famoso es su vídeo de los primeros años de la década de los 80 en el que el astro argentino aparecía con unos niños jugando al fútbol en la playa y les aleccionaba: «Haceme un favor, disfrutá la vida y si te ofrecen droga, simplemente di no». A quien tanta excelencia y talento mostraba con la pelota le fue imposible dominar a lo que estaba minando irremediablemente su estado de salud. Quizás él lo quiso así, después de tener el mundo a sus pies e ir descendiendo hasta los infiernos, a pesar de que nunca quiso alejarse de forma definitiva del deporte.

Como futbolista era admirado y venerado por unanimidad, pero como persona y ejemplo para la juventud, fueron aumentado las críticas y los detractores hacia un personaje que ya era realmente patético durante sus escasas apariciones públicas en vídeos virales transmitidos a través de WhatsApp y de las redes sociales que eran objeto de burlas. Maradona, con su carácter desafiante y su afilada lengua, retaba, con balón y sin él, a todo aquel que se le ponía por delante y él consideraba que hacía daño. Sonadas fueron sus duras críticas a Estados Unidos y al Vaticano mientras él presumía de amistad con mafiosos y dictadores, entre ellos, su íntimo Fidel Castro. Quiso vengarse de los ingleses tras la derrota en la guerra de las Malvinas y lo consiguió con una acción tramposa que él atribuyó al creador, asegurando que el gol había salido de su cabeza... pero de la mano de Dios. Después no descansaría hasta marcar a Inglaterra el 'gol del siglo', el más increíble de la historia de los Mundiales. El del 'barrilete cósmico' que llegó de otro planeta. La veneración que tiene por él Argentina también la tiene Nápoles, a cuyo equipo hizo él solo campeón cuando más pretendía disfrutar de la vida, dentro y fuera de los campos de fútbol.

Llegó a Italia procedente del Barça, y fue en Barcelona donde empezó a entrar en terreno peligroso, donde por primera vez consumió drogas. Tenía solo 24 años, y fue «el error más grande» de su vida, según reconoció el mismo. Vanidoso como era, como no podía ser de otra forma tratándose de tan extraordinario ser idolatrado en todo el planeta, su autobiografía autorizada se titula 'Yo soy el Diego (de la gente)', donde Maradona abre su corazón al periodista deportivo Daniel Arcucci, con el fin de que se conozca su faceta más humana y el mundo pueda entender cómo puede arruinarse la vida de alguien que tuvo todo lo que soñó y quiso disfrutarlo al máximo, hasta su caída, rodeado siempre de muy malas compañías que quisieron beneficiarse y exprimir al ídolo. Ese libro, basado en muchas horas de charlas, lo empezó en La Habana, donde tuvo que ser ingresado en clínicas de desintoxicación más de una vez por estar enganchado a las drogas.

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Fueron muchas también las mujeres que pasaron por su corta e intensa vida, pero a la única que realmente quiso fue a su mujer, a la madre de sus hijas Dalma y Giannina, Claudia Villafañe, a quien tantísimo hizo llorar y sufrir Maradona. Cuando se retiró del fútbol llegaron los verdaderos problemas de salud y el sobrepeso que ya no le abandonaría hasta su muerte. Debió ser ingresado en varias ocasiones por diversos problemas cardíacos o respiratorios derivados de su desanconsejable estilo de vida, por la que se temió de verdad en 2004, cuando ya estaba separado de su mujer, y los hinchas argentinos hacían vela a las puertas del hospital y no dejaba de rezar por su salvación. Hace solo dos semanas fue dado de alta en Buenos Aires tras una delicada operación de cerebro y superar «el momento más duro de su vida», según su abogado, Matías Moral, quien se atrevió a pronosticar: «Hay Maradona para rato».

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